Cataluña

El replicante

La Razón
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El certero diagnóstico de Vargas Llosa sobre la situación española ha producido dos tipos de reacción: una, acallar el asunto; y, otra, replicar cogiendo el rábano por las hojas.
En «La Vanguardia» del domingo leemos a Suso de Toro, conocido por su militancia nacional–socialista en Galicia y su inquina panfletaria contra el PP y el consiguiente bofetón que se llevó al ganar éste por mayoría absoluta. Suso pretende refutar al Nobel con los consabidos argumentos de cambios de opinión, que un buen escritor no ha de ser forzosamente un buen político y, sobre todo, que no se fija en el nacionalismo español, gran argumento para justificar los desmanes nacionalistas.
El asunto es que el nacionalismo español es el justito y, en el fondo, no es más que un patriotismo natural. En cambio, los periféricos, quizás por su endeblez, pretenden marcar un territorio y hacer limpieza de todo lo que no cuadra en un mítico pasado monolingüe. Por lo tanto, se niega el pluralismo cultural y lingüístico en Cataluña, País Vasco o Galicia. En el fondo, importan el centralismo uniformista madrileño a sus regiones. Estos nacionalismos quieren retrotraer sus territorios como mínimo a la etapa anterior a los Reyes Católicos, justo en el momento en que el reino de España es un sólido pilar de Europa. Así se comprende el discurso de Vargas Llosa.