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La táctica del despiste por Toni Bolaño

La Razón
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El presidente Mas está empeñado en llevar a los catalanes por la senda de lo que él llama la transición nacional. Si el martes no asistió a los actos del Día de la Constitución porque «se había roto el consenso entre Cataluña y España», no pasaron 48 horas para volver a lanzar una diatriba contra el enemigo exterior, o sea, España. Esta vez lo hizo por boca del consejero de Economía, Andreu Mas Colell. Éste dijo que no se podían pagar ni las nóminas ni las facturas porque Madrid –ese genérico tan utilizado por los nacionalistas que personifica todos los males, agresiones y desvaríos contra Cataluña– no paga 700 millones de euros que debe a los catalanes según recoge la cláusula adicional tercera del Estatut. Dicho esto, el consejero anunció que se ha encargado un estudio para demandar al Estado por incumplimiento de compromisos. Para Mas, seguramente éste es un nuevo hito en su camino hacia la transición nacional. De hecho, los escribas volvieron a argumentar que la independencia de Cataluña es la única salida ante tanto maltrato.

Sin embargo, una lectura de la cláusula adicional tercera del Estatut dice bien claro que este dinero con el que el Estado debe compensar a Cataluña tiene un destino finalista para infraestructuras. Por tanto, el Gobierno catalán no puede utilizar ese dinero para otros fines. Además, para cobrar estos 700 millones de euros, el Gobierno de Mas debería hacer los deberes especificando las infraestructuras que considera prioritarias. Nadie conoce estas prioridades a estas alturas.

Para colmo, la cláusula adicional excluye expresamente el Fondo de Compensación Interterritorial. O sea, que el camino de la denuncia planteado por Mas Colell se antoja, como mínimo, un brindis al sol. Eso sí, su efecto mediático ya se ha conseguido. Artur Mas ha puesto en marcha la táctica del despiste. En dos direcciones. La primera: ahora toca negociar presupuestos y el único aliado es el PP. Qué mejor que distraer la atención de un nuevo pacto con los populares. Como lo consideran vergonzante, mejor taparlo. La segunda: ahora toca negociar con los funcionarios más recortes. Qué mejor que apretar las tuercas a fuerza de llamar al mal tiempo. Eso sí, por culpa de Madrid. Qué esto sea mentira es lo de menos.