Novela

Tierno

La Razón
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Se han cumplido 25 años de la muerte de Enrique Tierno, el «viejo profesor», el alcalde-barroco, el ornamento intelectual de la casa de la villa o la «víbora con cataratas», como le llamó de forma ácida el socialista Pablo Castellanos. A nadie dejó indiferente y dio luz, brillo y esplendor a una Alcaldía que estrenaba democracia.
 Tierno hablaba de aquellos jóvenes socialistas (Barranco, Leguina, Solana, Guerra) llamándoles «estos chicos». Cuentan que fue el autor del sobrenombre de «Juanito Precipicio» a Juan Barranco. Llamó educadamente «señorita prostituta» a una mujer que ejercía tal oficio en la calle de Valverde y que permanecía en la acera, estoica bajo una fina lluvia: «Señorita prostituta, póngase usted a resguardo, que se va a calar». Ese era Tierno por fuera, algo más duro por dentro. Su partido quiso apartarle de la primera línea orillándole en la Alcaldía de Madrid, y entonces surgió el fenómeno para convertirse en un referente ético, en la conciencia de ese socialismo incipiente que aún soñaba en clave de marxismo. Era un agnóstico que decía envidiar a un buen creyente. Intentó recuperar la figura del sereno y las calesas por el Retiro. Duró poco el sueño romántico, pero sí hizo del bando un género literario inimitable. Parece que fue ayer cuando le vi por última vez en su despacho,siempre, desde joven, viejo profesor.