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El último tren de Salamanca
El Gobierno socialista acaba donde empezó. A vueltas con la Memoria Histórica. Un laberinto en el que el Ejecutivo transita entre dos estaciones principales, el Valle de los Caídos y el Archivo de Salamanca. Por eso a pocos extraña que las pasadas semanas el futuro del Valle de los Caídos ocupase informativos y diarios. Se discutía un asunto capital si lo comparamos con la crisis económica o las medidas que habrá de adoptar el nuevo Gobierno para crear empleo. Quizá por eso fue difícil mantener el interés de los ciudadanos sobre si en el Valle se haría un centro de interpretación de la Memoria o los restos de Franco –con permiso de la Iglesia católica, propietaria de la basílica–, serían trasladados a otro lugar que indicara la familia. Y es que el Gobierno, pese a estar en funciones, parece muy activo aún ante determinados asuntos. El Ministerio de Cultura ha convocado para mañana una reunión del Patronato del Centro de la Memoria Histórica de Salamanca. Un centro que tiene, también, un director en funciones, Manuel Melgar, ya que la directora, María José Turrión, fue destituida por el Ministerio de Cultura en septiembre de manera fulminante «por pérdida de confianza». El sentido de esta nueva y apurada reunión es el envío, antes de que tome posesión el nuevo Gobierno popular, de una nueva remesa de archivos –se habla de miles de expedientes– en dirección a Cataluña. Según ha podido saber LA RAZÓN, el director general del Libro, Rogelio Blanco, mantuvo el lunes 5 y el martes 7 reuniones contra reloj para ultimar el listado que presentará en la reunión con el Patronato. Un encuentro que, es posible, no llegue a producirse ya que la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Salamanca han remitido una carta urgente a la titular del Ministerio de Cultura, Ángeles González-Sinde, en la que expresan su «sorpresa y malestar» por esta convocatoria cuando el Ejecutivo está en funciones. Con acertado criterio, la consejera y el alcalde apuntan que no es de recibo seguir realizando actuaciones que no tienen ninguna urgencia, que han generado conflictos entre comunidades autónomas y que, además, son contrarias a lo defendido por el partido que ha ganado las elecciones.
Los viejos fantasmas del Gobierno socialista han provocado la ruptura de la unidad del Archivo de la Guerra Civil–algo primordial en cualquier archivo–, ahora reconvertido en un Centro de la Memoria Histórica. Con lagunas importantes y deslabazado en sus contenidos, el Archivo de Salamanca se prepara a recibir su último envite. Una suerte fuera de tiempo y oportunidad sustentada sobre la ideología. Algo que sin duda deberá cambiar en una nueva etapa que ha de estar marcada por un trabajo y criterio científicos, alejados de demagogias y consagrado a guardar la memoria de todos.
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