Hamburgo
Desastre
Intentaré ser objetivo. Espero lograrlo. Literatura de telegrama. Mourinho, un gran entrenador, se ha cargado el partido. Pepe, siempre acelerado, mereció una amarilla. Al Barça le ayudan, casi abrazan, los árbitros.
La salida de Adebayor, de broma. Benzema y Kaká en el banquillo. Kaká gana demasiado dinero para obtener un permiso extraordinario y volar a Brasil para conocer a su hijita recién nacida. Alves es un grandísimo jugador y un auténtico sinvergüenza. El planteamiento de Mourinho, deleznable. El árbitro, un chorizo de Hamburgo. En el caso de que no sea de Hamburgo, un chorizo sin localización. Se ha cargado un partido. Los jugadores del Barça, como su entrenador, víctimas falsas y grandes actores. Los del Madrid, perdidos en el campo por culpa de un error de principio. Nunca el Real Madrid ha salido a empatar a cero en el Bernabéu un partido. Ni siquiera un partido de entrenamiento. Pepe es tonto. Ramos también. Al Madrid le falta inteligencia.
Benzema, Higuaín y Kaká –el del viaje para besar a la nena– en el banquillo. Cristiano Ronaldo, con la excepción de la final de la Copa del Rey, obnubilado, egoísta y perdido. Vuelvo al árbitro. Un confeso admirador de Messi. Yo también lo soy, pero no arbitro. Resumen extraño. El Barça ha ganado con todo merecimiento porque el Madrid le ha facilitado todo. Mourinho, ayer, un cero. Mejor, un uno. Acertó cuando aventuró que, como siempre, el que juega contra el «Barça» termina con diez. Y el «Barça» con diecisiete. Los suyos, el árbitro, los jueces de línea, el auxiliar y los dos ayudantes del área. Pero no hay que regodearse en la pocilga. El Madrid ha perdido por sí mismo y a los madridistas sólo nos queda la esperanza del Manchester.
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