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Mensajes y mensajeros por Pablo Vázquez
Que te pongan mala nota no gusta a nadie. Ni en el examen más intrascendente. Es normal por eso que la rebaja de la calificación de nuestra deuda siente mal y tendamos a considerar como injusta esta medida después de los esfuerzos que llevamos haciendo estos meses. Incluso que surjan de nuevo voces sobre la necesidad de acabar con estas agencias, como si la culpa de la mala nota fuera del profesor. Después de las consideraciones emocionales, intentemos desentrañar lo que supone rebajarnos el rating. En el día a día, más bien poco: a estas alturas y con un mercado tan sensible, el rating afecta escasamente a los costes de financiación. Lo que sí es esta rebaja es un reflejo bastante fiel de cómo nos perciben los mercados: somos un país que ha hecho un duro ajuste fiscal pero que, salvo en pensiones, no ha hecho una reforma en profundidad desde el comienzo de la crisis. Y los mercados, las agencias de calificación, los servicios de estudios de todo color y en el fondo todos los que hemos estudiado el primer curso de principios de Economía sabemos que únicamente con ajuste fiscal no se genera crecimiento económico, se sale de una crisis y se pagan las deudas (que es lo que preocupa a S&P). La rebaja de calificación, en definitiva, es un toque de realismo. Si alguien llegó a pensar, después de la subasta de comienzos de esta semana, que poco más era necesario hacer, me temo que andaba equivocado. Lo que nos queda es lo más difícil: llevar a cabo ese conjunto de reformas que tienen que convertirnos en la «Alemania del Sur». No es casual que de entre esas reformas, el informe de S&P cite la reforma laboral, porque es la reforma de la reformas, no sólo por su importancia para el conjunto de la economía, que es difícil exagerar, sino porque va a ser la regla con la que nos van a medir desde el exterior, el crisol que va a definir el carácter de este Gobierno, sobre todo de fronteras afuera; la gran oportunidad de dar un nuevo golpe de timón en este mar tan embravecido que es el primer semestre de 2012. Un semestre que parece recordaremos por mucho tiempo.
Pablo Vázquez
Director Ejecutivo de Fedea
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