El viaje a ninguna parte

Nunca pasa nada. O esa impresión da. Pero, en las entrañas de numerosas películas que parecen insignificantes, anecdóticas, películas con escasa acción y menos palabras, de pronto hay vida, y el espectador las celebra como merece. Lo sabe Jaime Rosales, un extraordinario director capaz de, con un par de escalofriantes escenas, cambiar el rumbo a una historia y la perspectiva («Las horas del día», «Tiro en la cabeza») Y existen, también, filmes que intentan conectar con el público desde un avaro ahorro narrativo pero que finalmente fracasan porque acaban antes de comenzar. Es lo que le sucede a «Las olas», el con todo valiente debut de Morais, una atípica «road movie» sentimental protagonizada por un anciano que intenta recuperar la memoria y, de paso, el recuerdo de la auténtica mujer que amó. Pero el silencio pesa demasiado, aunque Nóvoa le ponga el alma a su en exceso constreñida interpretación (era premeditado, así lo quiso el cineasta), y ni siquiera el personaje que encarna Laia Marull logra sacarnos del ensimismamiento. ¿Hasta dónde y por qué quería llevarlos Morais? Porque hay poética y dolor quizá en esa playa vacía, pero cuesta demasiado imaginar que escondían detrás las olas.

lo mejor:
la guerra civil está de fondo, pero no se trata de una película al uso sobre dicho tema
lo peor:
aunque intenta transmitir mucho casi sin palabras, la historia resulta demasiado escasa