Ferias taurinas
Nueve orejas en la cuarta corrida de la Feria de San Cristóbal en Venezuela
El diestro español David Fandila "El Fandi", cortó cuatro orejas, dos simbólicas, al indultar a su segundo toro de nombre Frutero, en la cuarta corrida de la Feria de San Sebastián, celebrada hoy en la ciudad andina de San Cristóbal.
El matador de toros francés Juan Bautista Jalaver también cuajó una faena de mérito e indultó a su segundo astado, de la divisa de El Prado, mientras que el venezolano, Marcos Peña "El Pino", le cortó una oreja a cada toro.
Su compatriota el rejoneador Francisco Javier Rodríguez, conquistó otro apéndice en el toro de rejones, de la divisa nacional de Campo Largo, al toro Ventero, de 445 kilos.
Se jugaron siete astados nacionales, seis de Rancho Grando y El Prado y el último de Campolargo, para el caballero, que dieron buen juego en todos los tercios y permitieron el lucimiento de los toreros.
Al terminar la corrida "El Fandi", Jalaver y "El Pino", salieron a hombros por la puerta grande de una plaza que hoy registró tres cuartos de entrada, unas 12.000 personas.
Bautista, ovación y dos orejas simbólicas.
"El Fandi", dos orejas y dos orejas simbólicas.
"El Pino", oreja y oreja.
Rodríguez, oreja y oreja.
Abrió plaza Bautista recibiendo con acentuadas verónicas al primero de los astados, al que cambiaron con una vara y tres pares de banderillas.
El último tercio lo comenzó con ayudados por alto y dos series con la diestra, pero el toro se paró y optó por finiquitarlo.
Con el quinto, se lució llevándolo al caballo galleando. Comenzó la faena de muleta en las tablas con cuatro pases de hinojo, para después encaminarse a los medios y realizar una emotiva faena con buenas series de naturales derechazos y ceñidos molinetes.
El público se entregó y empezó a pedir el indulto, el galo continuó adornándose y el palco le perdonó la vida a Atrevido.
"El Fandi", recibió con faroles de rodilla a su primero, al que llevó al caballo con soltura adornándose con un quite por chicuelinas.
Clavó tres pares, el segundo cuarteando hacia atrás y cerró con el del violín, en medio de una atronadora ovación-. Con las dos rodillas entierra comenzó el trasteo de muleta antes de irse a los medios para gustarse al natural, con la derecha y en redondo.
Le hizo el desplante del teléfono al astado y el público pidió con insistencia el indulto que la presidencia no concedió. Montó la espada y la enterró hasta la cinta para recibir doble trofeo.
En su segundo estuvo valiente y variado con la capa, desplegando largas cambiadas de rodilla a un entipado y bravo jabonero. Lo sacó del caballo en un bonito quite por navarras, y en banderillas le clavó cuatro pares que caldearon a los tendidos: una de poder a poder, otra saliendo del estribo, el del violín y el otro al cuarteo, dejando los ocho palos en todo lo alto.
Luego brindó al soberano y sentado en el estribo, le propinó cuatro ayudados por alto para rematar de pie con ceñido molinete.
Le instrumentó en los medios dos series con la derecha rematados con el de pecho de pitón a rabo, el toro embistió con fijeza y recorrido a la poderosa muleta del granadino, que bordó el toreo al natural, rematando con el martinete para luego torear en redondo.
El público volvió a pedir el indulto que la presidencia concedió.
El torero del patio sujetó con suaves capotazos a su primero, un negro zaino de buena estampa.
Entró con muletazo cambiado por la espalda para comenzar el trasteo de muleta, regalando series con la derecha y naturales en redondo sin que el toro abriera la boca en toda la faena.
Lo igualó y entrando en cortó recetó estocada casi entera en la cruz, que premiaron con una apéndice.
En el sexto de línea ordinaria se lució toreando por verónica; tomó los garapuyos para dejar arriba dos pares que sus paisanos ovacionaron, y de rodillas inició con muletazo por alto una enjundiosa faena.
Ofreció buenas tandas de naturales y derechazos, pero el toro se acabó pronto. Se adornó antes de matarlo en corto y por derecho de forma fulminante y recibir otra oreja.
El caballero Rodríguez cerró la corrida con un toro castaño, paliabierto que esperó en la puerta de los chiqueros con la garrocha.
Acertó con los rejones de castigo y banderillas a dos manos y estuvo entregado toda la tarde provocando las arrancadas que el público ovacionó.
Mató de certero rejón de muerte desde la cabalgadura y lo premiaron con una oreja.
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