Libros

Libros

Mi ciudad

La Razón
La RazónLa Razón

Las declaraciones de amor son inciertas. Ya sean por exceso o por defecto se tira uno en parapente y, al albur del viento, termina una estrellándose o elevándose, según las manos dispuestas a recogerte. Con Madrid sucede lo mismo: es una aventura inesperada de la que nunca se sale indemne. Marca. Porque sí. No hacen falta más explicaciones. Ayer, los políticos hablaron del estado de la ciudad... Acelerado, como siempre, igual que los madrileños. Me gustaría ser turista en mi ciudad. Andar sin prisas por la calle Mayor y La Latina. Sentarme en una terraza, verla venir como el prodigio que es: una amalgama de gente y estímulos que saturan los cinco sentidos hasta perder el sexto, que es el común. A veces pienso que Madrid es un estado de ánimo: efervescente, alicaído, contradictorio al fin y tan rico que da vértigo y otras sosiego. Eso es Madrid: pura vida, aunque nos cueste vivirla.