Literatura

Barcelona

Reinventarse a los treinta

Mara Torres narra en «La vida imaginada», novela finalista del Planeta, la forma de escapar a las crisis

Mara Torres ayer en Barcelona
Mara Torres ayer en Barcelonalarazon

BARCELONA- En 2007, y tras un duro golpe afectivo, la periodista encontró en la escritura un pequeño refugio donde olvidarse por un momento de sí misma. Fue entonces cuando nació Fortunata, una mujer de un humor incorruptible y una imaginación desbordante. Allí se quedó, hasta que en 2009 la necesidad de escribir esta historia la llevó a probar fortuna con su primera novela. Tan poderoso era el personaje que empezó a tener vida propia. «Me sorprendía a mí misma. Ella reclamaba lo que le pasaba. Yo parecía estar solamente al dictado. Pero que quede claro que el personaje no soy yo, ya me gustaría. Yo soy más dramática y pesada», confesó ayer la autora.

El resultado final fue «La vida imaginada», novela con la que Torres acaba de quedar finalista del Premio Planeta. «Es un lujo que tanta gente pueda leer lo que tú has hecho. Todo esto es algo que ni me podía imaginar cuando empecé a escribir la historia», aseguró Torres, quien espera que sus compañeros de «Las noticias de la 2», programa que ella presenta, le dejarán poder cumplir con el complejo calendario de promoción que implica el premio. «De momento, me queda una semana de vacaciones», señaló.

La obra empieza con una frase bastante aclaratoria, «La vida es una mierda» y a partir de allí nos encontramos con esta mujer, a quien acaba de dejar su pareja y que se verá obligada a reinventarse a los treinta y muchos años para salir del agujero sentimental en el que ha caído. «Hago una reivindicación de nuestra capacidad de soñar, de dejar volar la imaginación y a partir de allí empezar a levantarse y volver a la pelea», aseguró Torres. Su arma secreta para superar todo lo malo que le ocurre es la imaginación, todo aquello que es capaz de desear mientras espera a que se dé de bruces con al realidad. Y lo hace muchas veces, pero ella no renunciará a su facultad de vivir en su propio mundo de deseos y adivinaciones. «Es imposible escapar de la realidad, pero sí hay formas de hacerla más atractiva». Estos choques entre deseo y realidad llenan la historia de un humor socarrón y convierten la historia en un canto poético en favor de la fuerza de los sentimientos, de aquel viejo dicho de «querer es poder». «Mientras está esperando la llamada de un hombre, ya se está imaginando lo que le dirá, dónde irán, qué harán luego y lo que pasará cuando se despidan. Después, no la llama nadie, pero esto no le hace caer en la tristeza, porque lo que ha pasado antes de vivir realidad se convierte en tan importante como cualquier otra cosa», concluye.