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Guerra abierta por el oro negro

A pesar de desmentirse que Irán iba a paralizar las ventas de petróleo a España, el precio del barril subió. En caso de una hipotética interrupción repentina, los gobiernos podrían desde abaratar el transporte público hasta fomentar el teletrabajo 

Guerra abierta por el oro negro
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La UE importa cerca del 20 por ciento del petróleo a Irán. El anuncio, después desmentido, de que se iba a paralizar la venta de petróleo a España hizo temer lo peor. No es para menos, importamos unos 200.000 barriles diarios de Irán. Los precios de petróleo subieron ese mismo día, según Repsol, y la situación podría repetirse tras la suspensión de ventas del maná a Francia y Reino Unido, ya que el panorama internacional no está en calma. Prueba de ello es que «Repsol, cuyas importaciones de petróleo iraní sólo suponen entre un 5 y un 6 por ciento de las compras totales, está buscando nuevos proveedores», afirman fuentes de la compañía. Si bien para España «el petróleo iraní supone entre un 15 y un 14 por ciento del crudo que importamos», precisa Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona. «Uno de los países que podría poner más petróleo en el mercado –prosigue– es Arabia Saudí». Algo en lo que coinciden desde Repsol, que recuerdan que la crisis en Libia de 2011 como telón de fondo fue más grave y se suplió con tranquilidad. En España se tradujo en una reducción de velocidad, de 120 a 110 km/h. Ahora bien, no es tema baladí. «Me imagino que los precios del petróleo subirán, porque aunque Arabia Saudí se haya comprometido a poner más petróleo, se agruparían muchos clientes y el precio subiría», añade Marzo.
Arabia Saudí no es la única fuente de suministro alternativa. «La capacidad efectiva de la OPEP es de 2,8 millones de barriles diarios, de ellos dos millones son de Arabia Saudí. Así que hay 0,8 millones de barriles diarios en manos de otros productores de la OPEP, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Angola», afirma Jason Elliott, analista de Políticas de Emergencia de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Elliott asegura que «han tomado nota de la declaración del ministro saudí de Al-Naimi sobre que están preparados para atender una mayor demanda de petróleo de sus clientes». «Además –prosigue–, la capacidad de producción de la OPEP está siendo incrementada en más de 0,8 millones de barriles diarios de aquí al tercer cuatrimestre de 2012». Algo clave, ya que «desde el primer trimestre de 2010 se ha consumido más petróleo del que se ha producido», explica Antonio Turiel, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Reservas de emergencia

«El problema sería mayor si se cerrara el Estrecho de Ormuz, ubicado en Irán, Omán y Emiratos Árabes Unidos», añade. Pero en el hipotético caso de que se diera una situación de emergencia en el abastecimiento de petróleo, ¿qué medidas se podrían tomar? Antes que nada, los países miembros de la IEA, entre los que está España, tienen un colchón de reservas equivalente a 90 días de importaciones netas. A finales de 2010, las reservas públicas ascendían a 1.600 millones de barriles (4.200 millones en total si se incluyen las reservas industriales). Sólo las públicas, si se usaran cuatro millones de barriles diarios, cubrirían un año entero, según la IEA. Este incremento de oferta reduciría los precios del barril, si bien reducir la demanda (algo que puede hacer cada país de la IEA dentro de una respuesta coordinada por la agencia) permitiría ganar tiempo. Para ello, las medidas de restricción de la demanda más efectivas serían las que tienen que ver con el transporte, ya que consume casi el 55 por ciento del petróleo de los países de la IEA. Las iniciativas podrían ir desde la limitación de la velocidad hasta el racionamiento de combustible. Además, podría reducirse hasta en un cien por ciento los billetes de transporte público y aumentar su servicio, fomentar el uso compartido de vehículos, la conducción ecológica y el teletrabajo, condensar la semana laboral en cuatro días y prohibir conducir un día de cada diez, limitar la velocidad a 90 km/h, según la IEA.

En el caso de España, el transporte es clave, ya que consume el 58 por ciento del petróleo. De modo que en caso de emergencia el Consejo de Ministros tiene capacidad legal para tomar medidas para reducir la demanda, como compartir coche, prohibir la circulación en determinados días según la matrícula sea par o impar, limitar la velocidad...

«La medida más efectiva a corto plazo, aunque poco popular, es reducir la velocidad a 80 km/h, no a 110. Pasar de 120 a 80 puede llegar a reducir en un 40 por ciento el consumo de combustible según cómo se conduzca, lo que puede significar un importante ahorro, ya que los vehículos privados consumen el 25 por ciento del petróleo mundial. Si bien puede incidir negativamente en los peajes, fábricas de coches...», explica Turiel. «Otra opción –prosigue– sería limitar la circulación de mercancías, si bien esta medida incidiría negativamente en la producción. De ahí que ambas medidas sean a corto plazo y de forma limitada, ya que tienen un importante efecto en la economía del país, y entraríamos en una recesión aún más fuerte de la que ya hay».

En cuanto a las plantas eléctricas de diésel, se podrían cambiar por fuel oil pesado. Pero como menos del uno por ciento de la electricidad en España se produce con petróleo, el impacto sería insignificante, según la IEA.

En un futuro, la opción será cambiar el sector del transporte, con vehículos eléctricos, empleo de biocarburantes, combustible de restos de comida... hoy por hoy insuficientes para responder a la demanda, según Marzo. De hecho, en el caso «del biodiésel nacional, éste podría cubrir el 20 por ciento de la demanda anual de gasolina», según la sección de Biocombustibles de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA). Aunque, como concluye Marzo: «La solución actual si hubiera carestía sería buscar nuevos proveedores de petróleo y utilizar las reservas estratégicas».