Cataluña
La oportunidad de Mas por Julián Cabrera
En plena digestión de los resultados en las presidenciales de la nación más importante del mundo, aquí en clave doméstica, la campaña catalana arranca a la vuelta de unas cuarenta horas y se presenta con el mayor nivel de voltaje político en la historia de nuestra democracia.
A 18 días para la cita, algunas percepciones se nos van mostrando cada vez más nítidas. Por ejemplo: pierde fuerza y gana vértigo la intención de Artur Mas de convertir la elección de un nuevo parlamento en el plebiscito a sus baladronadas independentistas. No sólo porque desde la UE, desde gran parte de la sociedad civil y desde la propia Unió se contempla como inviable la opción secesionista, sino porque desde el minuto uno tras el fin del recuento de votos, cualquiera desde Cadaqués hasta Sort sabe que lo que ha elegido son diputados, no un «sí» o un «no» a la independencia de Cataluña.
Cualquier interpretación en el sentido de CiU más Esquerra igual a mayoría secesionista, es tan torticera y enclenque como concluir que esa suma pone de acuerdo a marxistas, defensores del libre mercado y demócrata cristianos. Por lo tanto, si Artur Mas disolvió el Parlament a) por la imposibilidad de alargar un gobierno fracasado y b) por la convicción de que en dos años más la situación económica no va a mejorar, lo seguro es que el Gobierno que probablemente él presida tendrá que vérselas con la disyuntiva de demostrar si de verdad está convencido de las cosas que dice estos días, o si está preso de ese entorno de paquirrines soberanistas herederos de Pujol. Aun así, a Mas se le presenta casi de rebote la oportunidad histórica de algo posible: liderar, junto con el resto de partidos, la creación bajo la legalidad constitucional de un nuevo y recompuesto marco de relación con el resto de España que garantice otras cuantas décadas de convivencia.
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