Motociclismo

Australia

El campeón en el espejo

Álex, el pequeño de los Márquez, habla de su hermano

Márquez, un título mundial que pudo haber llegado en su primera temporada
Márquez, un título mundial que pudo haber llegado en su primera temporadalarazon

Roser apura un cigarrillo a la puerta del «hospitality» de Repsol entre dos sesiones de entrenamiento. «Me voy corriendo, que ahora me toca el otro», dice. El «otro» es Marc Márquez, su hijo mayor, que está a punto de empezar a luchar por un lugar en la parrilla del día siguiente después de que su hermano, Álex, haya hecho ya su trabajo en Moto3. Roser es la mamá de los Márquez y, al igual que su marido, Juliá, reparte su atención entre los dos pilotos que tiene en casa. Ayer ella no estaba en Phillip Island, así que tuvo que disfrutar por la tele del título mundial de Moto2 que se apuntó su primogénito tras acabar en tercera posición en Australia.
Una alegría inmensa después de que hace un año una caída en Malasia le dejara una grave lesión en un ojo y una doble visión que no le permitió luchar por el campeonato y le obligó a pasar por el quirófano. «Fue una situación muy difícil, en la que lo pasó mal. El ojo se recuperaba, luego se estancaba… pero con la ayuda de mis padres, la mía y la de Emilio (Alzamora) lo superó», dice Alex, campeón de España y una copia exacta del hermano.

«Quería ser su mecánico»
Su tono de voz es tan parecido que al teléfono es difícil saber si habla él o es el propio Marc el que ha hecho un hueco en la celebración del título y está respondiendo. Álex se refiere a su hermano con la misma admiración con que le mira cuando se «cuela» en el box para ver cómo es esto de ser un ganador. «De niño siempre decía que quería ser su mecánico, hasta que un día de tanto ir a verlo, quise probar. La afición me vino por él y también por mi padre, que siempre nos llevaba a ver motocross. Al final, se te acaba colando el gusanillo», asegura el Márquez pequeño. Desvela que el tema de conversación más recurrente entre los dos son las motos, pero que saben desconectar para «no comerse el coco», y que está acostumbrado a que por la calle le paren por ser el hermano de Marc.

No le molesta vivir al lado de una estrella a la que ayer esperó en la pista para darle la bandera de España y ponerle el dorsal uno en el frontal. Un «crack» que ya piensa en MotoGP sin perder la humildad que le han transmitido sus padres. «Nunca le digo que no a un niño que me pide una firma o una foto, así que a veces, prefiero evitar la situación y cuando mis amigos van a las fiestas del pueblo de al lado, me quedo en casa», dice el campeón, que a la vez es un chico normal al que quedan muchos niños que alegrar con su autógrafo.