Murcia
Mariano González: «En mi obra intento presentar la parte más noble del ser humano y su capacidad de amar»
MURCIA-La fuerza y la vitalidad son algunas de las características que se repiten en cada una de las creaciones de Mariano González Beltrán (Javalí Nuevo, Murcia, 1948) que muestra desde la noche del jueves y hasta el próximo 7 de abril, «González Beltrán. Esculturas», una importante exposición que se puede descubrir en el Museo Regional de Arte Moderno (Muram) y el Museo del Teatro Romano de Cartagena.
-La mujer está muy presente en sus creaciones...
-Sí, pero no me gusta modelar la belleza estática, sino que prefiero representar a la mujer en todo su esplendor y poderío. Como lo que he hecho son maternidades (tanto madres como embarazadas) están con una gran dulzura, desbordan cariño y, a la vez, son mujeres muy fuertes.
-¿Existe algún retrato familiar?
-Retrato no, pero todos los recuerdos de mi madre siempre están presentes. Incluso hay una obra que es la «Generosidad murciana», que me recuerda a mi familia.
-Cuando crea una nueva obra, ¿qué le gustaría transmitir al espectador?
-Quiero que provoque algún sentimiento. No me gusta modelar una pieza que solo transmita belleza. Yo no tengo obra de adolescentes como en la época de los griegos y los romanos, porque eso ya está hecho, y muy bien, por cierto. No me interesa la frialdad en la composición para mostrar la belleza.
-En los dos espacios museísticos se puede ver un total de medio centenar de obras, de las cuales 12 son nuevas...
-Sí. Hay unas que son rescatadas de mis primeros tiempos pero que se reconocen como mías. También presento otras que son unos dioses de la mitología aprovechando la oportunidad de exponer en el Museo del Teatro Romano. Éstas componen la mayoría de las piezas nuevas junto a otras obras que nunca había expuesto porque no las había pasado a bronce.
-¿Qué sueños de Mariano González Beltrán hay proyectados en las obras de la exposición?
-Soy amante de la sinceridad. Yo deseo y admiro la bondad de las personas, el cariño del ser humano. Creo que el hombre nace puro y se puede volver malvado en función del entorno. El ser humano tiene pureza porque tiene capacidad de amar. En mi obra intento presentar la parte más noble del ser humano y su capacidad de amar. Nunca haría una escultura que representase la maldad.
-La macro exposición es fruto de dos décadas de trabajo creativo, ¿cómo ha sido su evolución artística?
-Durante la evolución siempre se va cogiendo facilidad. Con el tiempo aumenta tu seguridad y adquieres más destrezas técnicas. El tiempo da más oficio y veteranía.
-¿Se podría decir que la pieza estrella de la muestra es el «Monumento Ícaro de Águilas»?
-Es la obra más grande y es muy espectacular. El Ícaro tiene unas alas desplegadas muy poderosas y es una pieza de dos metros y medio de altura y una envergadura próxima a los cinco metros.
-¿Cuánto tiempo le lleva crear una nueva obra?
-No mucho porque siempre sé lo que quiero. Por tanto, a la hora de realizar las piezas, no tengo dudas. Una obra pequeña puedo tardar una semana y una grande un mes.
-¿Cómo marcha la Fundación que lleva su nombre?
-Todos los patronos están con bastantes ganas de hacer cosas. De hecho, la exposición de Cartagena ha sido montada por patronos de la Fundación. Aunque no hay mucho dinero, se va haciendo lo que se puede. La Fundación se encarga de la difusión de la obra y de la protección. Además, las esculturas que se pueden ver en los dos museos pertenecen a la Fundación.
-¿De qué manera ha influido en su producción artística la imponente «Victoria de Samotracia»?
-Yo siempre he admirado esa obra. Es la única pieza que consigue que me siente un buen rato para admirarla. Al igual que en la pieza de la que hablamos, en mi trabajo siempre hay un golpe de viento que sirve para desnudar la obra, pero no del todo. A mí siempre me ha gustado modelar el viento.
-¿Qué otros referentes tiene?
-Me gusta mucho la obra de Rodin.
-¿Qué nuevos horizontes busca en su trabajo?
-Tengo muchas cosas en mente. Quiero trabajar sobre la niñez. Conservo grandes recuerdos de esta etapa y me gustaría interpretar esos momentos magníficos. El niño tenía más libertad antes y no estaba tan sometido a los peligros por tanto mimo. Los padres nos dejaban sueltos y estábamos, sobre todo en vacaciones, el día entero en la calle. Antes se jugaba más.
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