Elecciones Generales 2016

El cambio está aquí

Los socialistas pueden decir que ahora no es el momento de abandonar, pero no parece sostenible con estos resultados.

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Los resultados electorales de ayer domingo nos sitúan ya en un inevitable final de ciclo. La caída estrepitosa del Partido Socialista en todos sus feudos tradicionales nos coloca ante la evidencia de que la época Zapatero ha concluido. Ahora la decisión del PSOE está en prolongar o no la agonía, pero desde luego si realmente lo que les interesa es el bien y el futuro de España, se hace inevitable una convocatoria adelantada de elecciones generales. Es verdad que el presidente ha dicho por activa y por pasiva que va a agotar la Legislatura, pero, visto lo visto, y votado lo votado, no parece necesario que estos últimos meses se conviertan en un infierno para el Gobierno, pero tampoco para los españoles que, sufriendo la crisis en sus propias carnes, ven cómo un Ejecutivo paralizado es incapaz de encontrar soluciones que de verdad hagan frente a la crisis económica. Un adelanto de elecciones no es una cuestión estratégica de la oposición. Después de lo ocurrido ayer domingo, se ha convertido en una cuestión de Estado.

Nos jugamos todos mucho como para estar mareando la perdiz. Sería una torpeza que el Partido Socialista se hiciera una trampa en el solitario. Los resultados hablan por sí solos. Los españoles quieren un cambio de Gobierno, quieren poder acercarse a las urnas para decidir sobre el futuro de España y eso sólo se puede hacer con un adelanto de elecciones generales. Es cierto que los socialistas pueden esgrimir que irse ahora del Gobierno es huir antes del derribo; pero esa consideración no parece precisamente sostenible con estos resultados. Las elecciones municipales y autonómicas no son elecciones generales, pero a diez meses de unas legislativas pretender decir que los resultados de este domingo no tienen una lectura nacional es engañarse. Los españoles han pedido un cambio, están pidiendo un cambio a gritos, y no aceptar esa realidad es llevarnos al borde del precipicio.

Zapatero tiene que ser consciente de que su gestión ha sido duramente castigada y criticada por los ciudadanos y que por lo tanto –aunque tiene toda la legitimidad para agotar la Legislatura– lo mejor que puede hacer es adelantar las elecciones. No puede ser que por el simple prurito de agotar ocho años en el poder se deje llevar por el calendario. Incluso desde un punto de vista egoísta, retrasar esta agonía lo que haría sería provocar a los socialistas un deterioro mayor. Si Zapatero decide agotar los cuatro años, puede provocar una enorme sangría de votos entre los suyos, por lo que, pensando en clave interna, al PSOE le puede interesar, una vez elegido el nuevo candidato/a a la Presidencia del Gobierno en las primarias, adelantar las elecciones al próximo otoño. Con los datos en la mano, desde luego no caben muchas alternativas. Y afirmar todo esto no se puede catalogar ni de tremendismo, ni de egoísmo. Es el resultado de un simple análisis: el cambio está aquí. Retrasarlo es lo peor que nos puede pasar.