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El PSOE con los sindicatos por Gloria Lomana
¿Acaso alguien lo dudaba? El PSOE, desalojado de las instituciones, vuelve por sus fueros, a la calle. Del brazo de los sindicatos. Y lo argumenta Rubalcaba porque, dice, los sindicatos son a su partido lo que los obispos a los populares, primos hermanos. Pero la verdad es a medias.
Sí es verdad que Cándido Méndez fue el «cuarto vicepresidente» de Zapatero y que, pasadas las elecciones, todos ellos, socialistas y sindicalistas, han pasado de las tertulias de La Moncloa a la intemperie de la oposición. Así es que, no es de extrañar que, ahora, sigan el mismo camino contra el PP. Que salgan a la calle, defiendan las mismas protestas, se agarren a la pancarta de los folloneros de Valencia, tarden cuatro días en desmarcarse de los violentos y fijen la calle como su estrategia para hacer oposición, con huelga general incluida, habida cuenta de que la mayoría absoluta parlamentaria no le dará a Rubalcaba para muchas exhibiciones. Aunque todos deben andar con cuidado. Llenar las calles de protestas cuesta unos minutos de twitters; apagar sus incendios –y como sabe el propio Rubalcaba desmontar sus acampadas– puede costar meses o años. Sólo hay que echar una mirada a Grecia.
Pero volvamos al paralelismo establecido por Rubalcaba que, como digo, es cierto a medias. Porque Rajoy nunca se cogió del brazo de ningún obispo, María Dolores de Cospedal fue enfilada por ser madre soltera por el arzobispo Cañizares cuando desembarcó en Toledo, y Soraya Sáenz de Santamaría ha protagonizado una singular controversia con el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, por no estar casada por la Iglesia. Y entre las trece bodas que celebró Gallardón siendo alcalde de Madrid, una de ellas fue a una pareja de gays. De lo que se deduce que el PP lleva en sus estatutos la palabra «democristiano» como el partido socialista lleva la de «obrero», como meras reliquias del pasado no compatibles con la realidad del presente, como estandartes escritos por no abrir polémicas con una parte del electorado. ¿Cómo si noMayor Oreja va a promover una Fundación –«Valores y Sociedad»– para defender el cristianismo en el seno del PP? Gobernando el PSOE, sólo una parte del PP se cogió del brazo de los obispos, y sólo fue para protestar por la ley del aborto que permitía a las adolescentes interrumpir el embarazo sin conocimiento paterno. Hoy, pocos discuten que el PP ha ganado ampliamente porque es un partido centrado, con un líder moderado –maricomplejines se le llamó por no acudir a las protestas con los obispos–, mujeres relevantes en su dirección y un ideario que lo mismo puede acoger a liberales que a democristianos. Por eso el ataque de Rubalcaba sólo cala entre los suyos más radicales. Y en cambio tiene el riesgo de que a esos suyos se les vea, indeseablemente, en la calle con los más violentos. Violencia que, por cierto, nunca hubo en las manifestaciones conservadoras.
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