Andalucía
Parte de razón
Sin medir el alcance de sus palabras, y en un torpe y peligroso intento oficial de negar la oficialidad misma de las cifras con tal de minimizar la crisis, la senadora socialista Adoración Quesada ha afirmado que si hubiera un 27 por ciento de paro en Andalucía se escucharía ya el silbar de las balas por las esquinas. Pues bien, guste o no, Quesada tiene parte de razón. Y si no se la damos toda es porque yerra en su afirmación de que los bares y las romerías se siguen llenando de gente. Desgraciadamente no es así desde hace varios meses. Pero, tal vez sin pretenderlo, Quesada sí ha ofrecido la imagen fiel de la Andalucía de finales de los 80 y primera mitad de los 90, cuando a las colas del PER, entonces en pleno apogeo, acudían no pocos conductores de vehículos alemanes y señoras enfundadas en abrigos de visón. Luego Duran i Lleida dice lo que dice. Porque lo cortés no quita lo valiente y junto a la obviedad de que en el paro muchos de los que se apuntan, la mayoría, suelen atravesar adversas penurias, no es menos cierto que existe también un inestable triángulo de subsidios, chapuzas y fraude que ha permitido complementar la renta disponible de una economía como la andaluza, la cual, si dependiese sólo del valor del corcho o de la aceituna, habría descendido de nuevo los peldaños que hace algún tiempo subió, gracias, también, a un abultado empleo público cuya obligada poda puede implicar ahora efectos hondamente contractivos. Por tanto no se trata ni de lapidar ni tampoco de defender a Quesada a capa o espada. Por cierto, veremos qué hace Griñán, quien, como es sabido, quiere acabar con el Estado del Bienestar pasivo. La senadora sólo nos ha puesto frente al espejo de nuestra reciente historia, donde ha quedado demostrado que ni Andalucía es imparable ni está mucho menos al máximo, pero que tampoco, hasta la fecha, ha existido drama social alguno pese al elevado desempleo. Claro que lo que ocurra en el futuro más inmediato nadie lo sabe.
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