Barcelona
«Así me colé en Eurovisión»
LA RAZÓN desvela cómo Jimmy Jump se zafó de todos los controles de seguridad para irrumpir en el escenario durante la actuación de España
Noruega decidió ayer expulsarle del país por considerarle una amenaza para la seguridad, el orden y la paz. Y todo, por su salto eurovisivo. El catalán Jaume Marquet Cot, alias Jimmy Jump, aceptó la orden de expulsión y tomó de forma voluntaria un avión de regreso a Barcelona. Pero no porque se haya sentido derrotado. «Tenía que volver a casa para participar en un programa de televisión, así que estaba interesado en regresar», ha explicado su abogado Christian Engelstad.La Policía noruega lo había arrestado por segunda vez hace tres días en Oslo, en aplicación de una norma de la Ley de Extranjería, porque temían que Jump planeara volver a actuar desnudo aprovechando la visita de la reina Beatriz de Holanda, después de que los servicios de seguridad detectaran su presencia a escasos metros del rey Harald de Noruega durante la ceremonia de bienvenida a la monarca holandesa. De hecho, las autoridades nórdicas encargaron que siguieran su huella al mismo equipo que se responsabilizó. Elevaron a asunto de Estado la presencia de un friqui profesional con barretina.¿Medidas desorbitadas? No lo parece, a juzgar por la destreza que mostró para boicotear la actuación de España el pasado sábado. El propio Diges se ha lamentado en varias ocasiones a lo largo de esta semana de que «a mí me pedían la acreditación siempre. En una ocasión, estuve a punto de quedarme sin ensayar porque no la llevaba encima». Al catalán no le supuso ningún problema para dar su salto. Le bastó una entrada de butaca de patio al uso y un poco de morro para colarse como una estrella en el Telenor Arena –pabellón que acogió el certamen–. Utilizó el acceso de las personalidades «vip», por el que pasaron entre otros, la princesa Mette-Marit y el primer ministro Jens Stoltenberg. De hecho, el propio Jimmy Jump ha mostrado en un vídeo grabado con cámara oculta su peregrinaje festivalero.Zona reservadaEste primer filtro que burló, le permitió directamente acceder a la zona de asientos más cercana al escenario, aquella que está reservada a invitados de la organización y a los eurofans que pertenecen a OGAE, la entidad que aglutina a aquellos que año tras año acuden al certamen sin importarles la distancia. De ahí que el equipo de seguridad contratado por la televisión noruega NRK y la UER (Unión Europea de Radiodifusión) no reforzaran el área al ubicarse, en principio, personas de confianza. Y es que, tan sólo tres metros separaban esta grada del lugar donde actuarían los 25 concursantes. La ausencia de una azafata que confirmara las entradas le permitió situarse sin problemas en una de las butacas preferentes. «Me senté en una fila con tres asientos que tuve que abandonar cuando llegaron sus ocupantes. Entonces encontré un sitio mágico que estaba libre. Sentí que me esperaba mi momento, aquel en el que sentí el poder y la luz», comentó Jump a la NRK. Llegado hasta aquí, ya sólo tenía que esperar a que le llegara el turno al cantante español para rematar la faena. Los eurofans aseguran que tuvo que acudir a los ensayos previos en el Telenor Arena para conocer cómo era la puesta en escena de «Algo pequeñito» y así irrumpir en el segundo preciso en el escenario, sin levantar sospechas. Entre otras cosas, porque conocía perfectamente el lateral por el que resultaba más sencillo subir, aquel que no tenía escaleras. El regidor de la gala sabía que Daniel Diges y sus muñecos –los cuatro bailarines– no eran los únicos que debían brillar en Oslo. En uno de los estribillos de la canción tenía que entrar a la carrera David Velardo, el cantante que hacía los coros. Y fue este el detalle que aprovechó Jump para cometer su «hazaña» y retrasó más de 20 segundos la aparición de los guardaespaldas que salieron en su búsqueda en pleno directo para abordarle. Una fracción de segundo«Habíamos hecho un estudio sobre la posibilidad de que alguien saltara al escenario, y por lo tanto había un gran número de policías y guardias de seguridad para prevenirlo. Pero una fracción de segundo fue suficiente para sembrar la duda de si pertenecía a la puesta en escena de España», se justifica el portavoz de Eurovisión, Peter Svaar.«Parecía muy fácil, pero era muy difícil. Soy profesional», se jactó Jump después de pasar la noche detenido y de que un jugador de póquer pagara los 1.880 euros de fianza. Y es que en su cámara oculta también muestra que no todo fue jauja. De hecho, «un miembro de seguridad me impidió acceder al ‘‘backstage’' donde se encontraban los artistas, fue el único que se percató de que no podía pasar con mi acreditación». Un veto que no le impidió hacer de «Algo pequeñito» un escándalo que pudieron contemplar 150 millones de espectadores.
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