Fuenlabrada
«Está abierto o cerrado»
«¿Está abierto o cerrado?», preguntaba una vecina en la calle Doctor Esquerdo ayer por la mañana. Su duda provenía, además de por la huelga general, porque el comercio al que pretendía acceder tenía la puerta abierta pero bajada la persiana del escaparate.
La propietaria, de origen chino, rápidamente le invitó a entrar sin antes echar un rápido vistazo a la calle. El origen de tan curioso comportamiento no era otro que el miedo a los piquetes sindicales. Desde primera hora de la mañana muchos establecimientos de alimentación, todo a 100 o ropa, regentados por ciudadanos chinos, seguían atentamente la evolución de la huelga y las manifestaciones que se sucedían por las distintas calles de Madrid. Su objetivo, según confesó una dependienta, era no enfadar a nadie: ni a los sindicatos, ni a los clientes.
De este modo, muchos abrieron sus puertas como cada día pero pendientes, incluso avisándose unos a otros, de si aparecían piquetes sindicales. «No quiero pintadas ni escaparates rotos», señalaba la dependienta, que mantenía una mano sobre la persiana de la puerta mientras saludaba a los vecinos habituales. Sin embargo, también hubo quienes optaron por cerrar a cal y canto al estar situados en zonas más sensibles, como en el entorno de la Puerta del Sol. Con todo, según avanzaba el día se atrevieron a abrir, al menos, hasta la hora en la que estaba prevista la manifestación convocada por los sindicatos. Y, por supuesto, también hubo quien abrió con tranquilidad, ya que en su barrio «ninguna tienda hace huelga».
El extremo de esta situación se vio en los polígonos industriales donde las empresas de origen chino son más numerosas. Así, en Fuenlabrada, las naves permanecían cerradas y apenas se veía trasiego en los alrededores. Pero, de cuando en cuando, una furgoneta aparcaba junto a la puerta, cargaba mercancía y salía rápidamente, con varios pares de ojos vigilando los alrededores, o un coche llegaba, dejaba a un par de personas que entraban en las empresas.
Por lo visto, muchos de los empresarios chinos que tienen naves alquiladas también prefirieron evitar los conflictos en las zonas industriales pero sin perder un euro por culpa de la huelga. Así, en el interior de las empresas la actividad continuaba como si se tratase de un día cualquiera aunque el exterior permanecía cerrado a cal y canto para guardar las apariencias. Los pocos transportes que acudían a abastecerse a este lugar ayer, lo hacían rápido y con urgencia, porque la mayoría, prevenidos por sus compatriotas, habían sido previsores para evitar tener que acercarse hasta el polígono y tener un desafortunado encuentro con alguno de los piquetes.
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