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Otra dosis de censura y represión en China

El régimen comunista «legitima» las desapariciones y obliga al Twitter chino a cerrar cuentas incómodas incómodasss

El twitter chino: Libertad en 140 caracteres
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PEKÍN- Hace años que se viene diciendo que la apertura y el crecimiento económico traerían más libertades para los chinos. En los últimos meses, sin embargo, lo que se ha incrementado es la represión y el control sobre la ciudadanía. Desde principios de 2011, decenas de abogados, artistas e intelectuales incómodos han sido detenidos y silenciados. Los pocos que se han atrevido a hablar tras ser puestos en libertad dicen haber sufrido torturas físicas y psicológicas, e incluso inyecciones que les han alterado la conciencia y hecho perder la memoria. Algunos analistas lo definen como la mayor maniobra represora desde la matanza de Tiananmen, olvidándose quizás de la persecución contra el movimiento Falun Gong a finales de los noventa.


Retener sin informar
Con este mar de fondo, el régimen ha apretado aún más las tuercas en los últimos días, recrudeciendo la censura en internet y publicando un borrador de la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que se aprobará el año que viene. Los abogados pro derechos humanos dicen que, en la práctica, dará vía libre a la Policía para detener a alguien sin presentar cargos y retenerlo seis meses, en cualquier paradero y sin ni siquiera tener que informar a su familia.

Técnicamente, se trata de una nueva excepción a la norma sobre arresto domiciliario que se aplicará a «aquellos sospechosos de cometer crímenes contra la seguridad del Estado, de terrorismo o de soborno a gran escala». El problema es que son éstos algunos de los crímenes que se les han imputado a los activistas detenidos en los últimos meses.

El método de detención es idéntico al que se ha practicado con ellos. «La reforma esencialmente va a legalizar las desapariciones de personas que se llevan sucediendo desde hace casi un año», resume Joshua Rozenzweig, de la Fundación Dui Hua de Hong Kong.
Paradójicamente, en la misma reforma se prevé implantar enmiendas que sí suponen avances para los derechos humanos. Por ejemplo, se invalidarán las declaraciones obtenidas mediante torturas, algo muy común en las comisarías chinas. El experto en Derecho chino Stanley Lubman, de la Universidad de Berkeley, cree que esta dualidad refleja a la perfección la marcha que está llevando el país: mientras se logran tímidos avances del Estado de derecho en general, se aplasta cada vez con más fuerza a quienes cuestionan la legitimidad del Partido Comunista. Ilustrado en dos ejemplos: alguien detenido por robar una tele tendrá más garantías, pero las cosas se irán complicando bastante para quien desafíe públicamente a las autoridades o sea percibido como una amenaza por el partido.

Cierto es que el paulatino incremento de la censura en internet está levantando muchas más ampollas que las torturas contra activistas, cuyos nombres, por otra parte, ni siquiera conocen la mayoría de los chinos. Con la Red es diferente: en China ya casi hay 490 millones de internautas que sufren diariamente el control gubernamental y que, sin embargo, generan día a día en la Red lo más parecido a una opinión pública que ha visto el país en toda su historia.

Un informe de la consultora Turner IP asegura que el régimen ha cerrado ya más de 1.300.000 webs, además de prohibir el acceso a otras tantas alojadas en servidores extranjeros, borrar mensajes, mantener a sueldo a una legión de comentaristas y presionar a las empresas para controlar los contenidos de blogs, foros, redes sociales... Y, además, las conexiones son cada vez más lentas.

La última cruzada del Gobierno ha puesto los micro blogs en el punto de mira, especialmente Sina Weibo, el equivalente chino de Twitter. Las autoridades han hecho llegar varios mensajes alertando contra la proliferación de «falsos rumores» por este medio. Se ha pedido que sea la empresa quien censure y cierre las cuentas más incómodas. Lo cierto es que en los últimos meses las redes sociales chinas habían alcanzado un nivel de crítica impresionante. Ante la falta de medios de comunicación creíbles, millones de chinos acuden en masa a las redes sociales. En algunas ocasiones, es cierto que se extienden bulos.

En otras, los usuarios discuten acerca de polémicas como la que envuelve a la muerte de Xie Yexin, un inspector que apareció en su despacho con diez cuchilladas, después de investigar por corrupción a un dirigente local. El parte oficial habla de un «suicidio», pero los internautas objetan que nadie es capaz de clavarse diez veces un cuchillo antes de morir. Y es de este tipo de «rumores» de los que pretende protegerse el régimen.


Los cambios que inquietan al Gobierno
En los últimos meses, al régimen le han surgido nuevos motivos para preocuparse por la estabilidad social. Si a principios de año pareció ser el temor a un contagio por las revueltas árabes, ahora las variables que más asustan son las crecientes desigualdades, el miedo a un pinchazo económico y la inflación. Los precios crecen y lo hacen a un ritmo muy superior al de los sueldos de la mayoría. China es ya el país que más millonarios tiene después de EE UU, pero más de un tercio de la población sigue viviendo en una pobreza subsahariana. Pese a que ninguna se ha iniciado por motivos políticos, las protestas se suceden por el país. Y ya no son sólo mineros o campesinos desharrapados los que se levantan, sino también las pujantes clases medias.


El twitter chino: Libertad en 140 caracteres
200 MILLONES DE USUARIOS
La red social china Sina Weibo cuenta con una enorme cifra de usuarios registrados, aunque menor que la de Twitter, que cuenta con más de 300 millones de inscritos.
4 PLATAFORMAS CERRADAS
Antes de la creación de Sina Weibo, cuatro páginas de microblog fueron censuradas por el Gobierno: las chinas Fanfou, Jiwai y Digo, además de Twitter.