Hollywood
Arde Twitter la letra con sangre entra
Arturo Pérez-Reverte ha llamado «mierda» a Miguel Ángel Moratinos en un desprecio de menos de 140 caracteres. No es el primer autor en una red social cada vez más usada para estar cerca de los lectores. Y, quizá ahora, para guerras literarias
Dice el viejo refrán que lo bueno, si breve, dos veces malo. Lo sé, más bien era al revés. Aunque quien lo ideó no pensó en Twitter, y en lo mucho que pueden dar de sí 140 caracteres. Un «twittazo» puede armar la marimorena si está escrito con ingenio, si viene impregnado de mala uva y si quien suelta la perla y quien la recibe son «celebrities». Y ya ni hablar de esa especial rama de la vida pública que representa el escritor, un tipo que a veces lleva pólvora en las venas y un arma peligrosísima: el lenguaje. El espacio virtual anda estos días en plena marejada por la última moda: regalarse arrumacos vía Twitter. Por ejemplo, el que le ha enviado Arturo Pérez-Reverte al ya ex ministro de Exteriores: «Moratinos adornó su retirada con un lagrimeo inapropiado. A la política y a los ministerios se va llorado de casa», soltó el autor de la saga de Alatriste. Y ante la avalancha de comentarios, añadió: «Luego Moratinos, gimoteando en público, se fue como un perfecto mierda».
Sanz contra Alaska
El propio académico parecía sorprendido unos centímetros más arriba –es lo que tiene la pantalla del ordenador, que convierte horas, semanas o meses en un renglón seguido– sobre el calor de la polémica: «No esperaba este éxito. 2.000 seguidores nuevos en 24 horas, gracias al extinto ministro». Dos cantantes de primera línea en nuestro panorama musical, Alaska y Alejandro Sanz, han estado también a la gresca esta semana vía «tweets» (el nombre de los medidos mensajes en la red social a la que dan nombre), con el autor de «Corazón partío» diciendo: «Alaska y Nacho han hecho algunos éxitos memorables. Pero son un poco pesados, como diría Del Bosque». Hasta ha habido futbolistas que han arremetido contra algún árbitro en sus perfiles.
No todo es controversia. El objeto original de la red social creada en 2006 era encontrar una nueva vía de expresión, alternativa al papel e incluso a los blogs, rápida y personal. A la moda del mensaje se han sumado grandes nombres internacionales como el chamánico Paulo Coelho, que cuenta con casi un millón de seguidores, devotos de sus reflexiones, como la más reciente: «Me pregunto si un diploma es la nueva versión de un título nobiliario: estatus y nada más». O el reciente Nobel peruano Mario Vargas Llosa, aunque éste tiene tan sólo tres mensajes publicados, poco que echarse a la boca para sus más de 3.000 seguidores.
Enigmático Murakami
El novelista y guionista de cómic Neil Gaiman, autor de la serie fantástica «Sandman», el autor de novela negra inglés Philip Kerr y las vampíricas Anne Rice y Stephenie Meyer son «twitteros» habituales. También guionistas de Hollywood como Roger Avary, Guillermo Arriaga, Eric Roth y Paul Cornell. El autor de moda de las letras japonesas, Haruki Murakami, con mensajes tan enigmáticos en su página como «Hope» («esperanza»), el hijo de Stephen King, Joe Hill también se han sumado al fenómeno.
La superventas responsable de Harry Potter, J. K. Rowling, tiene ya 248.316 fans enganchados a sus «tweets», en los que teóricamente sabrán más cosas sobre el universo de Harry Potter. Aunque, dado que sólo ha publicado cinco mensajes, da la sensación de que a la millonaria no le interesa demasiado la plataforma y que sus lectores estarán decepcionados. «Ésta soy yo de verdad, pero no vais a saber de mí a menudo, ya que la pluma y el papel son mi prioridad por el momento», advierte. La aclaración de que «ésa» es «ella», por tautológica que pueda sonar, es necesaria: más de un famoso ha visto suplantada su personalidad en Twitter por gente que ha abierto cuentas en su nombre. Y a veces les ha metido en problemas: un falso Gabriel García Márquez, sin ir más lejos, «felicitó» a su viejo enemigo, Vargas Llosa, cuando el peruano ganó el Nobel. Pero, según aclaró el director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello, Gabo «No tiene Twitter». Menos mal, porque su alter ego apócrifo le dedicaba esta carantoña al autor de «La ciudad y los perros»: «No hace falta que lo diga: Vargas Llosa es un (...)». El falso twitter también reparte a la viuda de Borges: «¿Alguna diferencia entre Yoko Ono y María Kodama?», dejaba caer hace tres años.
Incluso el «chico malo» de la novela anglosajona, Easton Ellis («American Psycho»), le ha encontrado su aquel a los micromensajes. A Chuck Palahniuk («El club de la lucha»), en cambio, se los hacen. La lista sigue y sigue: Margaret Atwood, Warren Ellis (otro grande del cómic contemporáneo), Paco Ignacio Taibo 2 y el recientemente incorporado Jorge Volpi... También el «mago» Jodorowsky, que prefiere darse a las micropoesías: «La pata de la eternidad / aplasta mi conciencia / como a una hormiga», les dijo hace sólo unas horas a sus casi 97.500 lectores.
España no es una excepción en una moda que se extiende por el planeta literario. Con 1.152 seguidores, Carlos Ruiz Zafón es, además de uno de los más leídos, un activo micromensajero: «Estoy abierto para preguntas», decía hace dos días el autor de «La sombra del viento», que allá por julio animaba a la selección con un escueto «¡Vamos La Roja!». Jordi Soler cuenta con 7.866 seguidores. El foro que ofrece Twitter no tiene por qué ser necesariamente profundo. «Me voy a servir un Jameson doble para volar en un estado,digamos,más filosofal», soltaba ayer el hispano-mexicano, autor de «La última hora del último día», ante de volar rumbo a Dublín. Aunque poco antes había llenado su página de citas, justo es decirlo, de Octavio Paz.
Pudor por lo privado
Lorenzo Silva cuenta que para él Twitter no es «ni siquiera un diario, tengo muchas dudas sobre la conveniencia de llevar un diario, en general, y más de mantenerlo de cara al público». En sus «tweets» pueden leerse pequeños mensajes casi funcionales, a modo de convocatoria o para mantener a sus seguidores (de momento, 145) al tanto de lo que ocurre en su carrera: «Luis Alberto de Cuenca leyendo sus poemas negros. Vibra el aire en Getafe», contaba por ejemplo hace unos días sobre su paso por el festival Getafe Negro. Dice el novelista que lo de escribir una novela en Twitter «lo veo difícil, además, corrijo mucho cuando escribo. Y no me atrae eso de contarle a la gente lo que acabo de cenar o dónde estoy paseando». El autor de «La flaqueza del bolchevique» lo ve como «una herramienta». Otros, como Ray Loriga o Fernando Marías, tienen sus páginas creadas pero sin actividad. Interesante resulta el del francotirador Montero Glez., donde lo mismo se encuentra uno un link a un artículo que interesa al enmascarado pistolero de las letras como un contundente «Estaba follando y el terremoto pasó bajo mi cama». 306 seguidores dan fe de que este independiente de nuestras letras interesa a una pequeña mayoría (o una inmensa minoría). A Elvira Lindo la siguen 1.617 personas, y ella cumple acudiendo a su cita. «Estoy segura de que estamos asistiendo a una revolución: las mejores reseñas literarias están hoy en los blogs», decía anteayer.
Barack Obama, Bill Gates, el Dalai Lama, La Moncloa y Arnold Schwarzenegger son sólo algunos de los miles de famosos, desde políticos hasta futbolistas, que ya «twittean». Sin contar el mundo del espectáculo: de Tom Hanks a David Lynch y Lady Gaga (una de las más activas), todos han encontrado en la web fundada por Jack Dorsey y Evan Williams en 2006 una vía de estar en contacto con sus admiradores y fans. Parece que hoy en día si no «twitteas» no existes. Pero ojo: ya hay desencanto: Andrés Calamaro o Miley Cirus son algunos de los que se han dado de baja. Aunque por diferentes razones: el primero chocó con sus fans. El novio de la segunda le pidió que lo hiciera porque él no tenía cuenta.
El detalle
«TWEETS» ESPAÑOLES
- Carlos Ruiz Zafón: «El misterio le da ese toque interesante... Los próximos trabajos seran relatos muy misteriosos...».
- Montero Glez.: «Estaba follando y el terremoto pasó bajó mi cama».
- Arturo Pérez Reverte: «Esto es mejor que mi caricatura en Muchachada Nui. Si lo llego a saber, lo insulto mucho antes».
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