Nueva York
Opinión / Complejidad
La tragedia con final feliz de los mineros chilenos muestra una vez más la complejidad intelectual –o la inteligente- de los seres humanos frente a otros animales. Todo lo ocurrido en torno a ese terrible suceso es conmovedor, pero conmueve de manera especial observar la capacidad de compasión del ser humano. Una compasión y una solidaridad, es verdad, que se muestran en momentos estelares, especialmente terribles (el 11-S en Nueva York, por ejemplo; por cierto, una ciudad especialmente compasiva y amablemente humana, frente a lo que se piensa tópicamente). Ya sé que salvando esos momentos especiales la especie humana se dedica el resto del tiempo a trabajar egoístamente, y hasta cruelmente muchas veces, por sus propios intereses. Sé también que los mineros, hoy héroes, serán pronto villanos, tal vez cuando algunos se dediquen a vender exclusivas o a explotar su drama, y que todo volverá a ser igual, y otros mineros morirán bajo derrumbamientos, vilmente explotados. Pero eso no dice nada en contra de mi primer argumento, más bien al contrario, lo confirma: es otra forma de manifestación de la complejidad humana. Esto me hace volver una vez más a la infantil polémica sobre los toros. Como Savater, yo he escrito también muchas veces que la verdadera barbarie no consiste en matar toros, sino en equiparar a los animales con el ser humano. Se trata de un asunto de ética, sí, pero al contrario de lo que creen algunos ecologistas y antitaurinos, la ética se basa en ese reconocimiento de que, junto a un cerebro desarrollado, el hombre (y la mujer, miembros y miembras) posee una mente y conciencia de sí mismo que lo hace singular, distinto, a ala vez que trágico No mejor ni peor, pero sí superior. El resto son beaterías de adolescencias mal superadas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar