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Legionela «en directo» por Alfredo Menéndez

La Razón
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Todos los temas relacionados con la legionela son siempre sensibles. Por supuesto, por el lado sanitario que supone, que es prioritario, ya que es una enfermedad que puede costar vidas y que causa gran alarma ciudadana. Pero hay otro asunto, mucho menos trágico a priori, que supone otro tipo de muerte para los afectados: la muerte social. Y de ésta se habla mucho menos.
Los lugares donde aparece la bacteria, como ha ocurrido en el polígono Las Moreras de Móstoles, pasan de locales frecuentados a restaurantes apestados de un plumazo. Los medios de comunicación podemos plantearnos un dilema sobre qué se debe hacer en estos casos: ¿obviar el nombre del restaurante y hacer pasar a todos los locales por sospechosos? ¿O se debe dar el nombre sin la confirmación oficial con el altísimo riesgo de estigmatizar al local?Ha triunfado la opción «A»: dar a conocer el nombre del local casi hasta con crueldad. José Luis Moreno –el propietario de la marisquería– no habría podido imaginar nunca una campaña publicitaria con tantos impactos como la que ha tenido involuntariamente este verano: ¿cuánto puede costar que la fachada de tu restaurante salga en todos los periódicos, que las cámaras de televisión se planten frente al local para hacer directos, o escuchar tu nombre a todas horas en la radio? Impagable. La lástima es que el daño ya está hecho sin que tenga nada que ver con la comida: una cosa es que según la tradición no se deba comer marisco los meses sin «r» y otra, que te hundan el negocio.