Sexo
El matrimonio es una palabra por Martín Prieto
Si el magistrado conservador Francisco José Hernando se abstiene sobre la matrimonización de la unión homosexual y el ponente del recurso del Partido Popular contra tal abuso semántico, Pablo Pérez, insiste en la constitucionalidad de los maridos casados con maridos y las esposas enlazadas con esposas, el matrimonio homosexual quedará atornillado porque el Gobierno no se va a meter en ese jardín cuando está atravesando la selva de la economía europea. Con todo lo que pasó por sus manos en ocho años, Rodríguez Zapatero declaró a su retiro que lo que más le enorgullecía era haber dado el matrimonio al mundo gay, asunto que no atañe a más de cincuenta mil personas, la mayoría según las estadísticas contrarias a la boda, y los homosexuales más conocidos profesionalmente no se han decidido a pasar por el Ayuntamiento. Pero ZP debía saber aquello de que el matrimonio es como una plaza sitiada en la que los que están dentro quieren salir y los asaltantes quieren entrar. Los homosexuales podían contar con una unión civil que protegiera todos sus derechos, desde el testamentario a la adopción, pero Rodríguez Zapatero, también a confesión propia, impuso la palabra matrimonio como innegociable. El ex presidente sólo se ocupó de sus juguetes ideológicos. A fuer de despreciar el valor de las palabras acabaremos denominando sacerdote a Tom Cruise como gran valedor de la Iglesia de la Cienciología. Creen los mostrencos que Rajoy y Ruiz Gallardón quieren eliminar el matrimonio del mismo sexo cuando sólo pretenden rescatar de la banalidad la palabra matrimonio, devolviéndola a su contexto milenario. El verdadero día del orgullo gay se acerca.
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