ETA

El límite del Mal por Alfonso Merlos

La Razón
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La estupidez y la maldad de la raza humana no conocen restricciones. Ahí están los testaferros de ETA, cada día, bien plantados por desgracia para demostrarlo. No hay nada más coherente que la voluntad declarada de los defensores de la inseguridad y el totalitarismo por hacerle la vida imposible a quienes se erigen en verdaderos baluartes de la seguridad y la libertad; o sea, nada más lógico para quienes han paseado históricamente los estandartes del hacha y la serpiente que boicotear y expatriar a los agentes de la Guardia Civil.
Es natural que a los indignos les escandalice la dignidad; que a los cobardes les fastidie la valentía; que los cafres no entiendan el significado de la nobleza; que los que amparan a quienes todavía lucen capucha y llevan pistolas busquen el exilio de los que se entregan a desarmar, descabezar y poner a disposición de los tribunales a Josu Ternera y sus compinches, se escondan donde se escondan estos miserables.
Los cafres de Alsasua no son reincidentes en la desfachatez o la mofa de los que están al servicio de proyectos democráticos frente a los que defienden bastardas aventuras batasunas. Vuelven a las andadas especialmente en la propagación de un relato fascista que sigue llenando muchas calles del País Vasco de sufrimiento, dolor, intolerancia y odio. Y esto es, simplemente, inaceptable.
No nos preguntemos hasta dónde pueden llegar en su facineroso circo y sus canallas ocurrencias estos peleles de la organización terrorista ETA. Acumúlense pruebas y actúese, política y judicialmente, más pronto que tarde, contra los que lejos de ser representantes de la voluntad ciudadana no pasan de ser una partida de incontenibles y estrafalarios rufianes.