Ahora Madrid
Gran Vía Park
La calle centenaria se convirtió por unas horas en un parque de atracciones con toboganes y columpios / El baile, la música y los juegos fueron lo que más gustó en la edición más divertida de la Noche en Blanco
Toboganes, pómpas de jabón, columpios, tiro al blanco o dados gigantes. La V edición de la Noche en Blanco convirtió ayer las calles de Madrid en un inmenso patio de recreo en el que nadie desentonaba aunque estuviese montado en un balancín. Las iniciativas del colectivo Basurama, comisario de la fiesta este año, animaron a cientos de miles de madrileños a tomar las calles del centro para participar en todos los juegos que les propusieron.
La Gran Vía parecía un parque de atracciones entre tanto tobogán y balancín. Incluso cuando una mujer se lesionó al tirarse por el deslizador más largo, de siete metros, los organizadores no se desanimaron y convirtieron las colchonetas en improvisadas camas elásticas para los niños al cerrar la instalación. En Callao, el reciclaje y el deporte se fusionaron en un divertido juego de encestar con premio. Los participantes debían tratar de colar lo que quisiesen deshechar, como una pelotilla de papel, en unas papeleras fabricadas con la alfombra gigante que tapizó la Gran Vía en la fiesta de su centenario. El ganador se llevaba su pedacito de historia a casa. También se llevaron algo los que acudieron a la plaza de la Luna, donde brotó un curioso jardín urbano.
Los geranios y nomeolvides fueron para todos los públicos pasada la medianoche. Y en Matadero y la plaza de las Comendadores el juego era el trueque. Los niños podían cambiar juguetes y los más mayores la ropa que dejaban sobre cuerdas de tender.
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