Cataluña

La falacia independentista por Francisco Marhuenda

La Razón
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Un aspecto positivo que ha provocado el independentismo de Mas es que ha servido para que los dirigentes de CiU se saquen la máscara. Un error común desde el comienzo de la Transición ha sido creer que era posible saciar los deseos de los nacionalistas catalanes con concesiones competenciales. Estos treinta años han sido utilizados con gran eficacia para conseguir una base social nacionalista. El desastre del tripartito y ahora la ineficacia del Gobierno de Mas han precipitado los acontecimientos. La situación económica de la Generalitat es un desastre. El tradicional victimismo del nacionalismo, siempre con España como enemigo externo para esconder los errores propios, ha desarrollado un relato sobre el «expolio» que sufre Cataluña, que se traduce en que sería una de las naciones más ricas de Europa si fuera independiente. Pujol consiguió convertir a CiU en el eje vertebrador de la política catalana y aprovechó en su beneficio los complejos de los grandes partidos.

El sistema electoral otorga a CiU un papel muy importante, ya que PSOE y PP le necesitan cuando no tienen mayoría absoluta. En ese momento se abre un proceso negociador en el que consigue importantes ventajas políticas. A diferencia de lo que sucede en otros países, estamos ante un anómalo partido bisagra porque es nacionalista y su único interés es Cataluña. Cualquier otra consideración queda subordinada a ese «destino manifiesto» que a largo plazo se debería concretar con un proceso de independencia. La autonomía no es un fin en sí misma, sino un medio para ello. El control del Gobierno catalán y la capacidad de influir en Madrid ha otorgado a CiU un papel clave en el entramado económico, social y político de Cataluña. UCD, PSOE y PP han visto minimizado su papel como consecuencia de la necesidad de contar con su voto para garantizar la estabilidad en Madrid. Los empresarios, organizaciones y colectivos profesionales sabían que CiU era un camino perfecto para defender sus intereses ante el Gobierno de España. La crisis económica ha servido para vender a la población el «expolio» y asegurarle que si se lograra la independencia, la economía sería boyante. La ventaja de los mensajes simples es que son muy directos.
El pacto fiscal es un argumento entendible y eficaz, porque parte de la premisa de que Cataluña sufre enormes perjuicios en el reparto de las inversiones del Estado. Los dirigentes de CiU saben que es imposible, pero todavía más en estos momentos. Ni PP ni PSOE pueden aceptar una imposición de estas características, que haría saltar por los aires el Estado de las Autonomías. Las comunidades que más contribuyen, Madrid y Baleares, exigirían el mismo trato. Otra cuestión distinta es que se estudie en profundidad el sistema de financiación y se ponga punto final al despilfarro que se ha vivido. Hay que exigir que los recursos se utilicen de forma eficaz y justa. España tiene que emprender fuertes reformas para salir reforzada de la crisis económica. Una de ellas es crear un auténtico mercado único, no sólo en el terreno económico sino también en el legislativo, que acabe con la actual hipertrofia provocada por el exceso de normas y las contradicciones o ineficacias entre ellas.

Es necesario reducir la carga impositiva, acabar con tantos niveles administrativos e impulsar el ahorro nacional para que la deuda pública esté mayoritariamente en manos de los españoles como sucede en Italia o Alemania. Los catalanes tienen unas elecciones muy importantes a la vuelta de la esquina en las que CiU se presenta con una propuesta inequívocamente independentista. Es cierto que ahora existe preocupación. Los empresarios y banqueros saben que este proceso puede tener un coste enorme para Cataluña, aunque Mas no consiga el resultado que busca en las urnas. El despropósito independentista es muy cómodo para los políticos que no tienen que crear empleo, salvar a sus empresas, presentarse a concursos o vender productos. Es fácil agitar a la población con falsas utopías o ser independentistas gracias a las subvenciones de la Generalitat, pero los empresarios y los banqueros son los que crean riqueza y saben que la unión con España ha sido, es y será muy beneficiosa para Cataluña y los catalanes.