Historia

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Carlos Robles Piquer: «No tengo a ningún nieto acampado en Sol»

Con firma propia. Profesión: diplomático y político. Nació: en 1925, en Madrid. Por qué está aquí: presenta ahora su libro «Memoria de cuatro Españas» (Planeta).

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–«Memoria de cuatro Españas». ¿Cuál de las cuatro le hiela el corazón?
–La de la Guerra Civil.

–Un adjetivo para cada una de sus cuatro Españas. ¿República?
–Caótica.

–¿Guerra Civil?
–Brutal.

–¿Franquismo?
–Inevitable.

–¿Democracia?
–Esperanzadora.

–Y a la España actual, ¿cómo la definiría?
–Confusa.

–Lo ha sido casi todo: embajador, ministro, secretario de Estado, director general de RTVE... ¿Qué le falta?
–Me habría gustado ser profesor o intelectual.

–¿Le benefició o le perjudicó ser cuñado de Fraga?
–Me benefició, pero cuando me nombró director general de Información en el 62, dijo: «No le nombro por ser mi cuñado, sino a pesar de serlo».

–Si un ex presidente es un jarrón chino que nadie sabe dónde colocar, según Felipe González, ¿qué es usted?
–Un jarroncito chino.

–No sabía que había escrito en «La Codorniz»...
–Sí, y me llevaron ante el Tribunal de Orden Público por un artículo sobre la felicitación de todo el gobierno de Carrero a Franco. Me reí un poco.

–En su libro defiende la pena de muerte...
–Sí, para los terroristas especialmente sanguinarios, carniceros.

–Los políticos conceden poco espacio en sus memorias a su vida íntima...
–Si es poco presentable, como la del ex director del FMI, mejor no explicarla, y si es placentera, para qué vas a presumir.

–Llama a su mujer «la señora de las croquetas». Dirán que es machista...
–No. Aprecio la habilidad culinaria de mi mujer. Aprendió a cocinar cuando yo era un funcionario modesto, y suele decir que la necesidad enseña más que la Universidad. Fue una brillante universitaria.

–¿Tiene o ha tenido a alguno de sus 17 nietos acampado en Sol?
–No, a ninguno. O son pequeños o son gente que trabaja.

–Y si alguno hubiera estado, ¿se lo recriminaría?
–Sí: los gestos inútiles me producen melancolía. No saben muy bien lo que quieren. Sólo proponen utopías.

–«Las utopías son a menudo verdades prematuras» (Lamartine).