Ucrania
El Zurdo asoma de nuevo
No hace falta que tome la temperatura de su cultura general, aunque no sepa quién es Chygrynskiy. No es un seguidor de Jung, ni siquiera un líder de las revueltas comunistas, fue un jugador ucraniano que llegó al Fútbol Club Barcelona emocionado en verano de 2009, al que, finalmente, ni el destino ni Pep Guardiola dieron una segunda oportunidad.
«No es un biopic, pero esta persona nos sirvió de inspiración. La protagonista en realidad es su ventana, que simboliza un hueco abierto a la imaginación y a la fantasía», comenta el director de Teatro del Zurdo, Luis Bermejo. La ventana del ático de Chygrinskiy, que quieren tapiar, permite, al personaje, al asomarse, ver a su madre en Ucrania. No es el único «acontecimiento insólito» que ocurre sobre el escenario, pues «otro personaje se acuesta en la cama y se levanta cada vez en otro sitio distinto», según precisa el director.
Realidad poética
Y por seguir con el relato de situaciones sorprendentes, otras de las protagonistas escucha lo que la gente piensa; existe un mensaje misterioso escrito bajo la moqueta, mientras un monstruo prejubilado que echa de menos los sueños infantiles. La gracia de la propuesta, por tanto, es «ver cómo se mueven esos personajes en una realidad que es poética», continúa Bermejo.
Como verán, un planteamiento poco frecuente como lo es la propia compañía, sorprendida por el éxito de público, que les ha impulsado a una segunda temporada en la Sala Cuarta Pared: «Lo estrenamos justo después de las Navidades, el 7 de enero , cuando la gente está saturada de propuestas, pero funcionó muy bien».
Las «comedias zurdas», que es como se han dado en llamar las producciones de esta compañía, tienen un sistema de elaboración poco habitual, pues cuentan con unos miembros casi fijos, desde la autoría (José Ramón Fernández, que ha variado un poco el registro al que nos tiene acostumbrados), el propio director y los actores: Miguel Barderas, Beatrice Binotti, Luis Crespo, Eugenio Gómez y Nuria Benet. Tampoco se esfuercen en identificar sus rostros, pues no son caras conocidas de la televisión, algo que parece haberse convertido en requisito habitual para subir a la cartelera.
«Lo normal es que un productor escoja a un director y éste a unos actores, pero a nosotros nos gusta sentirnos herederos del teatro independiente de finales de los 70 y 80, de compañías como Tábano, que entienden el teatro como una forma de vida».Así es, desde el trabajo de dramaturgia, pues el autor no solo conoce perfectamente a los intérpretes que darán vida a sus textos, sino que siempre «está a pie de obra» en los ensayos, dispuesto a modificar el texto, incluso después de que se ha producido el estreno. «Existe una constante confrontación de ideas. Si surgen cosas nuevas las debatimos, estamos muy a favor de que nada en los montajes sea inamovible».
Proyecto estable
O, dicho de otra forma, Teatro del Zurdo es la aspiración de un grupo de profesionales «de contarnos la vida a través del teatro». Así pues, quien conozca su trabajo, identificará muchos rasgos de estilos de montajes precedentes, aunque sin voluntad de repetición: «Concebimos el teatro como un proyecto estable, pero a la vez como un proceso en movimiento el que cada vez aprendemos más. En esta ocasión, por ejemplo, hemos orientado el trabajo hacia el clown con una serie de talleres previos sobre esta técnica».
No hemos hablado hasta ahora de tres de piezas fundamentales de la función, a pesar de que Chygrinskiy no puede verlos a través de su ventana, pero sí el resto del público. Son Nando Lago (a la guitarra), Tozo (acordeón) y Jorge Vistel (a la trompeta), que conforman la banda que pone banda sonora en vivo a la función. «Todos nuestros espectáculos –concluye el director– intentan involucrar lo más posible al espectador, que le toque de frente y no se sienta ajeno desde la platea. Por eso mismo hay una banda en directo que toca incluso desde antes de que el público entre a sentarse en la sala».
Autor coral
José Ramón Fernández es un especialista de trabajo en equipo, lo que suele ser muy poco habitual. Le conocimos como uno de los dramaturgos de «Las Manos. Trilogía de la Juventud», que puso en el mapa a la Compañía de la Cuarta Pared. También fue colaborador habitual de Teatro del Astillero, otra de las más interesantes del panorama independiente. Con Teatro El Zurdo ha estrenado desde 2000 cinco piezas con la actual: «Hoy es mi cumpleaños», «Un momento dulce. La felicidad», «Una historia de fantasmas» y «La ruleta rusa». En todas está presente la comedia, pero también en la mayoría hay un tono agridulce por el futuro que nos espera o una mirada nostálgica a lo que ya no somos. ¿O acaso es otra cosa la vida?
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