España

Nuevas armas contra el melanoma

La aprobación de dos fármacos permitirá hacer frente a esta dolencia que, si bien no es la más frecuente, sí es la más devastadora, pues supone el 80% de las muertes por tumores de piel. Cada año se detectan 5.000 casos nuevos en España 

Nuevas armas contra el melanoma
Nuevas armas contra el melanomalarazon

Cada año se descubren cerca de 5.000 nuevos casos de melanoma en España. Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 100.000 afectados por este tumor maligno fallece. Y, aunque representa sólo el cuatro por ciento de todos los cánceres de piel, es el responsable del 80 por ciento de las muertes. La edad en la que se diagnostica se encuentra alrededor de los 60 debido a que, según explica Ángel Pizarro, representante del grupo Instituto Madrileño de Oncología (IMO) «el riesgo se observa unos 20 o 30 años tras la exposición al sol, porque depende de lo acumulado desde la infancia».
La preocupación que despierta el futuro de esta dolencia ha hecho que la comunidad científica se pusiera manos a la obra y ya hay nuevos fármacos prometedores, de los que se han hecho eco en el último Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO). Emiliano Calvo, director de investigación clínica del Centro Integral Oncológico Clara Campal explica que «se ha dado un paso hacia la medicina personalizada en los últimos años. A finales de 2011 la FDA aprobará el vemurafenib, un medicamento que inhibe la actividad de la proteína BRAF V600 mutada (responsable de la proliferación descontrolada de células), que se da en dos terceras partes de pacientes».

DIRECTO A «LOS MALOS»
El que ya está aprobado desde marzo, es el ipilimumab, un inmunomodulador que bloquea los antígenos asociados a los linfocitos y ataca a las células del melanoma. Y aunque todavía no ha llegado, las especulaciones sobre una posible vacuna rondan en la cabeza de muchos. Emiliano Calvo matiza que «ésta probablemente vaya en la misma línea que ipilimumab, es decir, hacia la inmunoterapia». A estos fármacos se suma también peginterferon Alfa-2b, aprobado como tratamiento adyuvante para pacientes con ganglios positivos por melanoma. Pero el término cáncer de piel engloba un amplio abanico de «variedades». De ellos, el carcinoma basocelular es el más común de los tumores de piel no melanoma. Isabel Longo, dermatóloga del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, dice que «es el cáncer más frecuente en mayores de 60 años, y la forma nodular es la presentación clínica más común. No obstante, ya se ve en pacientes menores de 45. Al ser de crecimiento lento, el tumor puede pasar desapercibido 20 años sin que el afectado se percate. En ocasiones puede confundirse con placas de psoriasis o eccemas».

Otras alternativas
Los tratamientos para los tumores no melanoma son variados según el tipo y la gravedad. La extirpación es uno de ellos, a él se suman radioterapia, quimioterapia y braquiterapia. Esta última, según indica Ángel Montero, representante de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), «consiste en colocar isótopos radiactivos dentro del tumores una tecnología que permite mayor precisión y respeta al tejido sano circundante. Es una alternativa para pacientes no operables».
Los expertos no cejan en su empeño de concienciar a la población. «El mejor melanoma es el que no se tiene», comenta Pizarro. Por ello hay que evitar esas quemaduras tan frecuentes en la infancia. Precisamente un estudio publicado en «Science Translational Medicine» han descubierto a la molécula causante de ese dolor post exposición. Bautizada como CXCL5, esta molécula provoca inflamaciones originadas por los rayos UVB al activar las fibras nerviosas que nos causan dolor. Gracias a estas conclusiones se podrían desarrollar fármacos que bloqueen esta actividad, reduciendo así el dolor que se sufre por las quemaduras solares.
Los investigadores, coordinados por Stephen McMahon, del King's College Hospital (Reino Unido), descubrieron que el poder de la CXCL5 se debe a su capacidad de reclutar células inflamatorias inmunes en la zona dañada. Éstas segregan moléculas actúan sobre nuestras fibras nerviosas y nos hacen sensibles al dolor.