Grecia

Más de un año y 110000 millones «perdidos»

Con una tasa de paro del 14,1%, la quinta más alta de toda la Unión Europea, un déficit público que, en el mejor de los casos, cerrará el presente ejercicio en el 9,5% del PIB, y una deuda que supera en un 60% la riqueza anual del país, Grecia se ha convertido en un auténtico problema para la Unión Europea.

La Razón
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Y eso que fue el primer país en solicitar el auxilio a la Comisión Europea y al FMI. Fue en mayo del pasado año. Pero los hechos demuestran que la crisis griega era mucho más profunda de lo que aparentaba. Prueba de ello es que los 110.000 millones de euros aprobados hace poco más de un año se han demostrado claramente insuficientes, ya que los niveles de deuda del país superan los 300.000 millones de euros.

Un año de protestas
El país se encuentra sumido en una profunda crisis económica que se ha trasladado al campo social y, por supuesto, al político. El miércoles, más de 25.000 personas participaron en la enésima manifestación frente al Parlamento de Atenas para protestar contra las duras políticas de ahorro del Gobierno, tras vivir el país su tercera huelga general en lo que llevamos de año.
El último paquete de ahorro con el que el Gobierno trata de convencer a la CE y al FMI para que «suelte» el quinto tramo del rescate pretende «sacar» 78.000 millones de euros para las cuentas del Estado y rebajar el déficit al 7,5% del Producto Interior Bruto (PIB) este año, lo que parece ciencia ficción.

Como siempre, el paquete de ayudas comprende privatizaciones de empresas públicas, más recortes salariales, cierre de empresas públicas y aumentos de impuestos. Y eso, en un país que no ha llegado a alcanzar aún la renta per cápita media de la UE, después de entrar en la entonces Comunidad Económica Europea en 1981, cinco años antes que España y Portugal. Para algunos analistas, la mejor solución para Grecia es salir de la disciplina del euro y utilizar su moneda, la dracma, para ganar la competitividad que ha perdido en estos treinta años de pertenencia a la UE. El problema es que el Tratado de Maastricht no contempla esa posibilidad, que, por otro lado sería el principio del fin del euro.