Presidencia del Gobierno
«Menos mal que nos jubilamos»
La fuerza de Felipe González hace aún más visible la debilidadde los equipos de Zapatero
MADRID- Apenas 30 minutos de «moralina felipista» y el PSOE, deprimido y convencido de que caminaba inexorablemente a la derrota, es hoy otro. Cinco pinceladas sobre la situación económica, tres reproches al Gobierno, dos palmaditas en la espalda a Zapatero y una sonora llamada a la movilización y la militancia «pura y dura» han cambiado en apenas 24 horas el estado de ánimo de los cuadros socialistas. ¿El milagro? Se llama Felipe González. Y es que el otrora presidente del Gobierno en media hora hizo vibrar el pasado jueves al socialismo lo que no había vibrado con Zapatero en el último año. Llegó al Congreso para celebrar el aniversario de la llegada de Pablo Iglesias al Palacio de San Jerónimo, pero la coyuntura político-económica del país no estaba para añoranzas. Así que se remangó, diseccionó con crudeza la realidad de la economía española y acabó con una frase mágica: «No es el peor momento por el que hemos pasado ni las peores circunstancias que hemos tenido». Fue entonces cuando los más de 700 socialistas que se agolpaban en la vieja Sala de Columnas se conjuraron para seguir al pie de la letra el consejo con el que González acabó su discurso: «A taparse la yugular y a trabajar». Con esta frase, llamaba la atención al PSOE sobre la senda que transitará de aquí a las elecciones la oposición si los socialistas siguen con lo que él llamó «la depre colectiva»: «Si el PP te ve la yugular, muerde sin compasión, así que tenemos que taparla para que no tengan que esperar dos años, sino otros seis». Hasta aquí los mensajes contundentes que envió a los socialistas y que éstos durante meses han esperado sin que llegaran del hoy número uno del PSOE, como explica un socialista que admite ver el partido con otros ojos tras escuchar al ex presidente. Convencimiento o resignación«Nos hacía falta una intervención como la de Felipe. La fuerza de un liderazgo claro en España y en el mundo y la claridad de sus mensajes», sostiene un miembro de la actual dirección, que coincide con otros muchos en que la diferencia entre González y Zapatero ante la actual situación económica es que el primero está convencido de que los ajustes son necesarios y el segundo los aplica resignado.Vaya, que la fuerza de González, así lo admiten en el PSOE, hizo más visible esta semana la debilidad de quienes hoy mandan en el partido y en el Gobierno. Ahí estaban ex ministros como Corcuera, Solana y Solchaga, cuando acabó el homenaje a Pablo Iglesias, comentando las diferencias entre el «viejo» y el «nuevo» socialismo en un bar cercano al Congreso. Una que subrayaron con crudeza fue la que existe entre los comités federales de hoy y los que se celebraban en los 80 y los 90. En aquellos estaba prohibido aplaudir y no se podía pedir la palabra más que para utilizar el turno en contra del discurso del secretario general, nunca a favor. Hoy, el máximo órgano entre congresos del PSOE es una sucesión de vítores a los que mandan; las intervenciones de los barones son sólo muestras de adhesión; no hay críticas, ni reproches, ni siquiera ideas. Y si las hay, desde luego, no se producen nunca en los órganos internos del partido. «Hoy es más cierta que nunca la frase de que cualquier tiempo pasado fue mejor…», se le escuchó en el Congreso a otro viejo rockero del PSOE mientras hacía como que oía el discurso de José Antonio Alonso sobre los males de la economía global y las culpas de Bush y Aznar en esta crisis. «Menos mal que nos jubilamos a tiempo porque con éstos hubiéramos sufrido mucho», le replicó otro ex ministro. Los comentarios que se escucharon demuestran cuánto tuvo de impostura lo que se intentó vender como un acto de apoyo a Zapatero y al Gobierno.Advierte un importante dirigente del PSOE: «Es tiempo, como dijo González, de taparse la yugular y trabajar». Cuando llegue la siguiente encuesta, se verá el recorrido de los efectos taumatúrgicos del ex número uno, porque sepan que el PSOE es un partido que, diga lo que diga Zapatero, tiende con demasiada frecuencia a la depresión cuando el viento no es favorable, y ahora no lo es.
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