Estados Unidos
Una mujer llamada Nafissatou
Detrás de la acusación de violación al director gerente del FMI, hay un nombre de mujer y una historia de supervivencia en Nueva York.
Quizá haya que empezar este reportaje con el nombre de Nafissatou Diallo y dejar de referirse a ella como «la camarera», la profesión que desempeña en el Hotel Sofitel de Manhattan, donde supuestamente fue violada por uno de los hombres más poderosos del mundo, el hasta el miércoles por la noche director del Fondo Monetario Internacional (FMI). La joven de 32 años desconocía con quién se las iba a ver cuando decidió denunciarle hasta que empezó a ver las noticias, según su representante legal Jeffrey Saphiro. Entonces no pudo parar de llorar al verse convertida en el epicentro del terremoto que se ha desatado en la comunidad internacional y en los medios de comunicación de todo el mundo.
La joven vive en el Bronx en un edificio «malo», según sus vecinos. Luis Pérez, dominicano de 42 años que trabaja en la «bodega» (tienda de ultramarinos) de enfrente, afirma que «sí, la conozco. Suele venir aquí a comprar sus sodas (refrescos) y otras cosas por la tarde. También manda a la hija que siempre anda con el celular (teléfono móvil). Pero, hace días que nadie la ve», detalla a ritmo del «reggaetón» que se escucha en la radio. En esta «bodega» se puede encontrar de todo: cerveza, fruta, pan, galletas, servilletas o caramelos. «Abrimos de siete de la mañana a once de la noche. Por eso hay que tener cuidado. El otro día le robaron a una muchacha ahí en la calle su celular. Por eso nosotros tenemos cámaras de seguridad», apunta a una pantalla gigante de plasma dividida en diez ventanas desde donde se ven todos los recovecos de la tienda. Pero este dominicano no cree que Nafissatou Diallo fuese violada como ella dice. «Es una conspiración. Ese hombre es muy importante. ¿Cómo va a hacer eso? Yo reconozco que esta mujer no sale, ni toma (beber alcohol). Nunca la he visto comprar una cerveza. Pero es una morena (como los dominicanos se refieren a los africanos)», dice Luis Pérez.
El peligroso barrio donde reside Nafissatou es una zona deprimida donde viven africanos, puertorriqueños y dominicanos. «Nosotros no nos juntamos con ellos», explica Rafi Torres, otro dominicano que suele jugar al dominó en la calle con sus amigos a pocos metros del inmueble. En ese lugar hay gente enferma (en referencia a que es un edificio donde vive gente con sida). Es un punto de venta (de droga). Mira ahí, viene el sargentico mexicano», señala a una agente de Policía que acaba de presentarse en la puerta del edificio. Han entrado dos personas que aseguran que están de visita y salen a los pocos minutos. «Esta semana vinieron a por los del tercer piso que vendían marihuana y qué sé yo qué más... Yo creo que ni siquiera tiene papeles. Es dura la vida aquí. Uno quiere superarse, pero una mujer sola con una niña... Es difícil. Tú sabes», afirma un amigo de Rafi Torres sobre la joven.
Los vecinos de la zona aseguran que «estos días hay mucho ambiente. Además de los habituales –drogadictos y borrachos– han venido periodistas y mucha Policía», dice Rafi Torres. En cambio, en la peluquería de enfrente son más concisos: «No sabemos nada. Ni queremos saber», explica en un centro de belleza una mujer en una mesa donde lee el futuro.
Un viaje en el tren B
Para ir desde el apartamento de Nafissatou hasta el Hotel Sofitel hay que coger el tren B que recorre el Bronx, Manhattan y Brooklyn. Y en sólo hora y media se pasa de un lugar donde se pueden encontrar apartamentos de dos habitaciones de 900 dólares mensuales a suites de 3.000 dólares la noche. Todos los vecinos coinciden en que Nafissatou es una mujer dedicada a su hija. Pero con el sueldo de 23.000 dólares anuales poco se puede hacer además de subsistir en Nueva York con una hija adolescente a la que atender y sin un marido (el padre de la niña ha fallecido) en el que apoyarse. La siguiente parada de metro de la casa de Nafissatou es la del Yankee Stadium, donde hay numerosos restaurantes y tiendas abiertas para servir a todos los fans del equipo de béisbol en el que juega el dominicano Álex Rodríguez. Criado en el barrio obrero de hispanos Washington Heights, es una referencia. «El pelotero (bateador) sale con las celebridades y gana buen dinero», dicen orgullosos los vecinos.
Más al sur, en el corazón de la América negra de Estados Unidos, el barrio de Harlem, trabaja el «hermano» de Nafissatou. Es el Café 2115, donde se reúne toda la comunidad africana de la zona. Ahí se puede ver TV5 France. Los clientes saludan al dueño, Abraham Fofann, quien explica que sirven comida estadounidense de cátering en bandejas de aluminio. Todos hablan francés. Fue Blake el que animó a Nafissatou a denunciar lo que había porque «esto es América y aquí hay justicia. No como en nuestros países», explica este hombre, que reconoce que no es hermano de Nafissatou como se había creído en un principio. Pero sí un buen amigo.
Ahora que el Gran Jurado ha decidido que hay pruebas suficientes para ir a juicio, corresponderá al jurado decidir si Dominique Strauss-Kahn es culpable o inocente de los cargos de violación que hay contra él. Rachel Barkow, experta en Derecho de la Universidad de Nueva York, reconoce que «pueden pasar meses. Hay un juez que dictamina los asuntos legales como la admisión de evidencias. Después, los testigos, la acusación y la defensa emiten sus argumentos, el jurado decidirá si es culpable. El voto del jurado tiene que ser unánime. Los cargos son muy serios.Son más de 25 años de prisión», explica. Y el jurado decidirá si hubo sexo consentido como afirma la defensa o fue violación como mantiene la acusación. Durante el proceso, ambas partes retratarán a la otra como malévolos. Habrá dos juicios: uno en el tribunal y otro en los medios . También, se revisará el concepto de violación. Pero está claro que lo es cuando alguien dice que no. Y también que DSK ya no podrá tomar lo que quiera cuando le apetezca.
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