Sevilla
La hora de la catarsis por Toni Bolaño
Rajoy y Rubalcaba se la jugaban. A los cuatro meses de Rajoy en Moncloa, Andalucía y Asturias fueron el primer examen. Rubalcaba salvó los muebles por la mínima. Rajoy jugó mal sus cartas. Galicia y Euskadi eran su segunda reválida. Se jugaban liderazgo y proyecto. Ambos jugaban con fuego y sabían que uno de los dos se quemaría.
Los comicios gallegos y vascos les dejan a ambos quemaduras pero, sin duda, Rubalcaba sale chamuscado. Andalucía y Asturias fueron sólo un espejismo. El 21-O es la antítesis de aquel 28 de octubre de 1982 que llevó a Felipe González a La Moncloa. El 21-O es el punto y final de una etapa de 30 años, de una manera de entender el socialismo.
Es la hora de la catarsis. Rajoy no está para tirar cohetes pero el desgaste de sus políticas no es recogido por un partido socialista sin discurso ni proyecto y con un líder que no entusiasma ni es creíble.
Galicia habla por sí sola. Rubalcaba la presentaba como la prueba del algodón sobre el fracaso de las políticas de Rajoy. La mayoría absoluta de Feijóo, uno de los líderes con más predicamento en el seno del PP, ha dado al traste con las expectativas socialistas. No por qué las políticas de Rajoy sean aplaudidas, sino más bien porque las de Rubalcaba son inexistentes.
Los ciudadanos no lo perciben como alternativa. No ha sabido motivar a los gallegos. Los cabreados se han ido con las opciones independentistas dando la espalda al socialismo español.
En Euskadi, Rajoy tendrá que hacer frente a un crecido nacionalismo pero la gran esperanza blanca del rubalcabismo, Patxi López, se ha marchitado en un abrir y cerrar de ojos. Los nacionalistas han arrasado y la puerta de la inestabilidad soberanista se abrirá, a no ser que Urkullu necesite el colchón de los socialistas para evitar que Bildu le arrebate el protagonismo en el mundo abertzale.
El PSOE está a punto de la debacle. El barco hace agua, el capitán ha perdido la brújula y esperar a que el tiempo amaine no sirve. El PSOE ha caído en el letargo. Los socialistas deben hacer la catarsis que la vieja guardia impidió en Sevilla.
Lo de Galicia y Euskadi es todo un aviso a navegantes. Cataluña lo acabará de ratificar. El Partido Socialista lo tiene fácil, o renovarse o morir de inanición. Rubalcaba debe dimitir –después de las catalanas- y convocar congreso. Debe empezar a dar el paso, por el bien del PSOE y por el bien de España.
La catarsis es la única manera de volver a ser alternativa en las próximas generales. Quedan tres años –en principio- para la próxima cita electoral para escoger al inquilino de La Moncloa. Aún los socialistas están a tiempo. Pero, tiempo no les sobra.
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