Barcelona

«El top manta ha hecho mucho daño a los negocios»

Los vendedores piden una directiva clara para erradicar el comercio ilegal

Unos «manteros» exponen su mercancia en pleno centro de Barcelona
Unos «manteros» exponen su mercancia en pleno centro de Barcelonalarazon

BARCELONA- Dos motos de la Guardia Urbana se dirigen hacia dos «manteros» en el paseo Borbón barcelonés. Son las 18.00 horas de una tarde de agosto, y, en ningun momento, se produce ninguna intervención o intercambio verbal. Los jóvenes esconden su bolsa, comienzan a hablar entre ellos y las dos motos se van por donde han llegado.
«Mira, ésto ocurre continuamente», cuenta uno de los camareros de uno de los quioscos de helados que pueblan el paseo. «Los manteros no salen hasta las nueve de la noche, cuando ya no hay tanto control policial, pero siempre lo intentan antes por si cuela».
Mientras en el centro de la ciudad este tipo de actividad se ha multiplicado de forma exponencial en el cénit del verano, en la playa, los vendedores optan por diluirse entre el gentío que toma el sol en la arena sin depositar sus fardos, o por establecerse en los aledaños del puerto. Allí conviven día a día con la veintena de carpas de la Associació d'Artesans Palau de Mar, un conjunto de comerciantes que pagan unos 130.000 euros al año al Ayuntamiento para poder vender sus productos.
 «Lo que ha pasado en El Vendrell es prevaricación, no pueden legalizar un sitio en el que hay venta ilegal», lamenta Ángeles García, propietaria de una de las carpas desde hace 13 años y residente en Terrassa. García indica que, en los últimos 8 años, el fenómeno del «top manta» ha hecho «mucho daño a los comerciantes del puerto». «Además de que carecemos de una directiva clara sobre cómo actuar sobre ellos, el problema radica en la falsa solidaridad que generan los manteros», explica. Según cuenta, la Guardia Urbana no realiza actuaciones contundentes «porque la gente les abuchea y aplaude a los manteros, al final hemos victimizado tanto a este colectivo que han ganado en prepotencia», asegura.
La comerciante aclara que más de una vez, al pedirles que no se pusieran frente a su puesto, «me increparon y me insultaron por ser mujer».
No obstante, no todo son críticas entre los dueños de las carpas. Marta, que vende collares y pulseras de su marca, asegura que los manteros «no le molestan». «Yo gano lo mismo estén delante o no, pero por encima de las ventas está el ser humano que vive en una situación crítica y que se agarra a un clavo ardiendo por sobrevivir». A pesar de que se solidariza con este tipo de vendedores, esta joven comerciante denuncia «la ridiculez» que ha supuesto la decisión del Ayuntamiento de El Vendrell, que ha permitido zonas de venta para el «top manta». «No puede haber café para todos y permitir que las mafias se enriquezcan aún más con esta práctica, deberían pasar por el aro como hacemos el resto de mortales», indica.