Moscú

OPINIÓN: Pérez Reverte

La Razón
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No es cosa de responder la pregunta capciosa con que se tortura a los niños, si quieren más a mamá o a papá. Es una mera cuestión geográfica. Igual que Córdoba nos coge más cerca que Moscú, algunos nos situamos más próximos al universo retratado por la (excelente) película «Grupo 7» que al concurso de enganches del domingo de preferia. Y no por ello dejamos de ser sevillanos quienes lo seamos, ni ha de ser declarada persona non grata por pecado de lesa sevillanía quien haya nacido en Cartagena como Arturo Pérez Reverte, enamorado de esta ciudad, también de su cara B. Se han rebrincado nuestros más rancios paisanos, ciegos ante la evidencia que denuncia el escritor: que el ensimismamiento autocomplaciente es el mayor lastre de Sevilla, el que la mantiene paupérrima, postrada ante un turismo de cada vez peor estofa, colonizada y con la necesidad de malbaratar su esencia (ahí están las visitas guiadas por la Feria con los guiris dando propinas por bailar sevillanas) para subsistir. Es doloroso oír ciertas verdades, y más todavía escucharla en boca de un forastero. Alguien tan célebre y triunfante que no necesita ganarse el favor del respetable con tópicas alabanzas al «mejormundismo» sevillano. Pues eso es lo que hay.