Barcelona
Adiós Guardiola hola Vilanova
El técnico azulgrana decide no renovar y su ayudante le sustituirá al frente del Barcelona la próxima temporada
La final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao que se celebrará el 25 de mayo en el Vicente Calderón será el último partido de Pep Guardiola como entrenador azulgrana. Se cerrará así la etapa más exitosa en los 113 años de historia del club, en la que se han ganado 13 títulos hasta el momento en apenas cuatro temporadas. La noticia la anunciaba Sandro Rosell, presidente del Barça, a las 13: 38, flanqueado por el propio Guardiola y por Andoni Zubizarreta, director deportivo. No quedó un milímetro cuadrado libre en la sala Ricaerd Maxenchs. Había más medios que en la previa ante el Chelsea.
Aunque en las horas previas al anuncio, todos los indicios apuntaban en la misma dirección, la noticia, el adiós, causó un gran impacto. «Estoy aquí para informaros de que Pep Guardiola no continuará como técnico del Barcelona», proclamaba solemnemente Rosell. Pero el presidente se guardaba una carta escondida en la manga. Un as con el que nadie contaba: «El modelo es innegociable y puedo anunciar ya el sustituto de Pep: será Tito Vilanova». El adiós de Guardiola se convertía en la bienvenida de su fiel escudero, amigo y ayudante.
El adiós virtual al título de Liga y la eliminación europea precipitaron los acontecimientos, aunque Guardiola ya había informado a Rosell y Zubizarreta en octubre de que intuía que el final estaba cerca. «Es como los Reyes Magos, yo siempre pedía el Scalextric y la bici y luego no me lo traían. Con Pep pasó lo mismo, siempre tienes la esperanza de que cambie de opinión», exponía el presidente, que no se cansó de repetir que hubiera deseado la continuidad.
Tras la eliminación ante el Chelsea, Guardiola dio un día de fiesta a sus jugadores, consciente de que le tocaba afrontar la decisión sobre su futuro, que ya tenía muy clara y que había generado tantos rumores. «Quizás ha sido un fallo por mi parte retrasarlo tanto, lamento la incerteza, pero no ha sido una situación simple para mí», se justificó. El técnico pasó las horas jugando al golf, su deporte favorito, y citó a las partes implicadas ayer por la mañana. Los primeros en llegar fueron el propio Guardiola y Rosell, poco antes de las nueve y media. Ambos se reunieron en el despacho que tiene el técnico en Sant Joan Despí y allí confirmó su decisión. Luego se unieron Manel Estiarte, hombre de confianza de Pep, y Andoni Zubizarreta. El siguiente paso fue ir al vestuario e informar a sus jugadores, que intentaron convencerle sin éxito.
El principal motivo de su marcha es el cansancio, la saturación. «Cuatro años entrenando al Barça son una eternidad. Me he desgastado mucho, estoy vacío y necesito llenarme. El que venga dará cosas que yo no puedo dar. La exigencia de este club es muy alta y el entrenador necesita estar fuerte. Debo recuperar mi fuerza y sólo lo puedo hacer descansando», resumió Guardiola. «Me voy para recuperarme. Recuerdo cuando me llamó Evarist Murtra para ofrecerme el filial. Cuando colgué me puse a dar botes en mi casa, creía que me iba a comer el mundo. Lo mismo pasó cuando me ofrecieron el equipo. La razón de mi adiós es que quiero recuperar eso», amplió.
Aunque no quiso concretar, Guardiola se tomará un año sabático. «No tendría sentido entrenar, no podría llenar el depósito», se limitó a contestar. Con el mejor currículo que ha habido nunca en el banquillo del Camp Nou, no tiene nada que reprocharse. «Me voy con la sensación del deber bien hecho y orgulloso de haber estado aquí, que es mi casa, que nadie lo olvide, y eso supone un desgaste extra. Cada palabra y cada idea que he transmitido a mis jugadores me la creía y ahora siento que no podría transmitirles cosas que no siento. En definitiva, me voy en paz conmigo mismo», concluyó. La línea de continuidad que ha tomado el club con la elección de Vilanova, aprobada por el propio Guardiola y por los pesos pesados del vestuario, no presiona al técnico. «Después de la final de Copa, yo me echo a un lado, ya no estaré», dijo. Pero, le guste o no, siempre estará presente. Ya es eterno.
Messi, el gran ausente
Después del entrenamiento, la plantilla pactó que los cuatro capitanes (Puyol, Xavi, Valdés e Iniesta) representaran al vestuario en el adiós de Pep. Al final, Piqué, Busquets, Pedro y Cesc también acudieron. Messi fue el gran ausente. «Sí está», dijeron Rosell y Guardiola descartando cualquier motivo personal. El argentino se expresó en su cuenta de Facebook: «Debido a esta emotividad que siento, preferí no estar presente. He decidido no demostrar mi pena».
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