Crisis económica
Rubalcaba: de humo a costes por Carlos Rodríguez Braun
Una forma de analizar las ideas económicas del candidato socialista es permanecer a nivel del bochorno, y observar cómo presumen de garantes del Estado del Bienestar y el empleo los que han congelado las pensiones y alcanzado el mojón progresista de los cinco millones de parados.
Sugiero, no obstante, una dimensión complementaria: el coste. Los socialistas no son sólo pícaros buhoneros que pasean sus carromatos de pueblo en pueblo en busca de incautos a los que colocar pócimas inanes. Son más letales. No se limitan a vender humo abstracto sino que imponen costes concretos. No es que vendan tramposos crecepelos: es que depilan a la fuerza al personal.
Retrasar el ajuste. Las propuestas del líder socialista, así, no son puras fantasías sino que representan onerosos costes para los sufridos ciudadanos. Su apariencia es agraciada y sugestiva. ¿Cómo negar la hermosura de retrasar el ajuste de la economía española dos años, inundar Europa con un nuevo Plan Marshall, reducir el tipo de interés del BCE y convertir al ICO en suministrador de dádivas crediticias?
Más crédito. Como siempre, los socialistas engañan presentándose como gratuitos Reyes Magos. Es decir, suponen que la declaración política de prolongar la insostenibilidad, o de incrementar aún más el gasto público, o de expandir a la fuerza el crédito, son bienes puros sin mezcla de mal alguno, como si la confianza de los inversores extranjeros fuera manipulable a placer, o como si un tipo de interés virtualmente nulo no pudiese coincidir con una década de estancamiento, véase Japón. O como si la ayuda exterior, y no el trabajo de millones de personas hubiese protagonizado la prosperidad europea, o como si la banca pública fuera el motor de la prosperidad, véanse nuestras cajas de ahorros en manos de políticos y sindicalistas.
Que paguen los ricos. Pero a la hora de los costes, los socialistas extraen de sus chisteras el más vistoso de los conejos: sólo pagarán más los ricos y los banqueros. Lo dijo seriamente Alfred l' Écoutant en el primer bloque del debate del lunes: sólo aumentará la recaudación mediante el impuesto a las grandes fortunas y a los banqueros. A primera vista, parecía una clara mentira: no hay forma de ampliar apreciablemente el gasto público cobrándoles más dinero a una minoría de multimillonarios y a un puñado de financieros. Otra cosa es hacer lo que hacen siempre los socialistas, a saber, descargar el castigo fiscal sobre los trabajadores y las clases medias, pero Alfred l' Écoutant no dijo ni una palabra sobre ellos.
Impuesto a fumadores. Mentía, obviamente, y él mismo lo confesó en el bloque siguiente, cuando prometió financiar la sanidad pública subiéndoles los impuestos a los fumadores y a los bebedores, como si sólo fumaran los ricos y los banqueros. Aclaró, eso sí, que sólo subirá los impuestos de las bebidas con más graduación alcohólica que la cerveza y el vino. ¿De verdad pretende que nos creamos que sólo los opulentos toman orujo y pacharán?
✕
Accede a tu cuenta para comentar