Londres
Cameron aprueba el mayor recorte público desde 1945
El Gobierno británico presentó ayer el plan de ajuste más draconiano desde la II Guerra Mundial. Desde antes incluso de hacerse con el poder, los «tories» venían advirtiendo a sus conciudadanos de que corrían tiempos difíciles, por lo que el clima era más de resignación que de sorpresa cuando se puso encima de la mesa de los Comunes un paquete de recortes valorado en 81.000 millones de libras.
El propósito es claro: saldar el histórico déficit al final de la presente legislatura. El del año pasado ascendió a 155.000 millones y en este ejercicio se espera llegue a los 149.000 millones de libras.
Los puntos más importantes ya se habían desvelado a lo largo de esta semana. Algunos de manera consciente y otros por puro descuido. Como el del martes a última hora, cuando el joven Danny Alexander, secretario de Estado del Tesoro, dejó al alcance de los fotógrafos la carpeta en la que se detallaban los 490.000 puestos en el sector público que se eliminarán en los próximos cuatro años.
La expectación, por tanto, venía con el tijeretazo a los diferentes ministerios. Como media, estaba previsto un 25 por ciento, pero el Ministro del Tesoro, George Osborne, se sacó un as de la manga que restregó cuanto quiso a los laboristas cuando anunció que finalmente se quedaría en un 19%, un punto menos de lo que ellos prometieron para los comicios de mayo.
La jugada se ha conseguido gracias a dos aspectos. El primero, la tajada que el Ejecutivo ha metido al Estado del Bienestar con retiradas de ayudas por hijo a las familias más adineradas, entre otras cosas. A los 11.000 millones de libras anunciados en junio hay que sumar ahora otros 7.000 millones más. El segundo, la contribución de 3.500 millones de libras extras que se conseguirán con las pensiones del sector público. Los británicos se jubilarán a los 66 años a partir de 2020, en lugar de 2024, cuando estaba previsto.
Además, el Ejecutivo se cubrió las espaldas ante la oposición salvando las áreas que siempre fueron intocables para los laboristas, colegios y hospitales. El presupuesto de las escuelas aumentará en términos reales y se introducirá una prima de 2.500 millones de libras para los alumnos más desfavorecidos. Por su parte, el Sistema Nacional de Salud subirá por encima de la tasa de inflación de los 104.000 millones de este año a 114.000 millones para final de la legislatura.
A cambio, hay grandes perdedores, como Cultura y Exteriores que se enfrenta a recortes del 41% y 24% respectivamente. La BBC aceptó también cubrir los gastos de BBC World Service y parte del canal en galés para evitar asumir el coste de la licencia de televisión para los mayores de 75 años, como pretendía el Gobierno.
El ministro precisó que el plan está basado en tres principios básicos: la reforma, la equidad y el crecimiento económico. Con todo, ayer sólo fue el principio de un largo proceso en el que se tendrán que detallar, entre otras, las tasas que se quiere imponer a la banca.
Aunque se avecinan momentos difíciles con el electorado, no son los conservadores lo que tienen más problemas, sino los liberal demócratas. Los de Nick Clegg han caído en picado en las encuestas. Sus filas les ven como marionetas ante los «tories» y si su impopularidad continúa, podrían perder en mayo el referéndum para cambiar el sistema electoral, la condición principal que pusieron a la coalición.
Los laboristas también se la jugaban ayer. Era su primera prueba para hacerse respetar como oposición de la mano de Ed Miliband, pero con frases como «nosotros lo podríamos hacer mejor» no estuvieron especialmente brillantes.
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