Consejo de Ministros

Chamizo en tareas de autodefensa

Se reafirma, pero en un tono más moderado: «Me gustaría que los partidos aprendieran la lección». La Oficina del Defensor tiene 70 cargos «a dedo»

La Razón
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Sevilla- El Defensor del Pueblo ha tenido que pasar a desempeñar tareas de autodefensa después de las polémicas declaraciones del martes en una comisión parlamentaria. «La gente está muy cabreada con ustedes, no sé si lo saben. Está muy enfadada porque los ven todo el día en la peleíta. La gente está hasta el gorro de todos ustedes. No sé si puedo decirlo con todo el cariño del mundo». Hay voces a favor y en contra. Los partidos también están divididos. El presidente de la Cámara, Manuel Gracia, le llamó al orden el viernes asegurando que no era ni «el lugar, ni el momento, ni la forma» de pronunciarse de este modo. El PP también le ha reprochado su actitud mientras que IU ha resaltado el poso de razón que esconden sus palabras.
Chamizo se mantuvo ayer en sus trece, en declaraciones a la cadena SER. Pero eligió un tono más sosegado. El tono es justo lo que ha indignado a los representes públicos receptores de la embestida, que han tenido que recordar lo elemental: que la Oficina del Defensor es un órgano de extracción parlamentaria y, por tanto, su elección depende de los 109 diputados de la Cámara. «Me gustaría de verdad que los partidos políticos aprendieran la lección (...). Desde la humildad más grande, que la situación es muy grave y exige un nuevo tipo de hacer política». En respuesta al tirón de orejas del presidente del Parlamento, señaló: «No quiero estar por encima del Parlamento, no quiero nada para mí, lo que quiero es una respuesta para la ciudadanía».
Una pregunta que procede plantear es por qué Chamizo lanzó esta fuerte invectiva contra la clase política en este momento. Chamizo lleva en el cargo desde 1996 y está en funciones desde el mes de marzo. Se podría elucubrar sobre su renovación después de 16 años. La invectiva, como un dardo final a los políticos que no estarían dispuestos a elegirlo de nuevo. Pero no van por ahí los tiros si se tienen en cuenta el contexto de la comisión –Chamizo se defendió después del cerco de críticas de una diputada del PP– y el historial de salidas de pata de banco del Defensor en sede parlamentaria. Una perla sirve como ejemplo. La respuesta a la misma diputada popular que le inquirió en la comisión del martes. El 2 de julio de 2009, cuando le preguntó por la situación del juzgado de lo Penal que se encargó del «caso Mari Luz». «Luego, que me pregunta del penal. Esa especie de obsesión que usted tiene con el penal, yo es que no me acuerdo (...) Que yo vengo con mil amores, pero, de todas maneras que está el expediente allí y que usted puede verlo, ¿vale?».
Es el estilo Chamizo, con tantas luces como sombras en sus más de tres lustros al frente de la Oficina del Defensor. Sobre estas líneas se muestran sólo algunas de sus decisiones más controvertidas. La ambigüedad primó cuando sindicatos o ciudadanos recurrieron a él en el caso de los ERE o en la reordenación del sector púlico. Y capítulo aparte merecen las sucesivas concesiones de subvenciones a fundaciones en las que ha ocupado cargo, como Siloé o Márgenes y Vínculos. La transparencia no es el fuerte de la institución. Sólo una mínima selección de quejas –a diferencia del criticado Sindic de Greugues catalán– son las que se publican anualmente en la web. Trabajadores hay para hacerlo, en torno a 70. Y todos han entrado bajo el estricto procedimiento «a dedo», entre ellos, su chófer. Hasta que los partidos se pongan de acuerdo, Chamizo seguirá en funciones. No sería así si en 2001 no se hubiera modificado la ley. Hasta entonces, el adjunto primero era el que se hacía cargo de la institución en caso de que expirara el mandato de cinco años. Igual ocurre con el Defensor estatal. El miércoles Chamizo va de nuevo al Parlamento. Hay cierta expectación.


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