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«La luz de Cristo es la que nos lleva a la vida»
Madrid- La celebración de la eucaristía más importante del año comenzaba ayer a las nueve de la noche en las puertas de la Basílica de San Pedro, donde el Papa bendijo la hoguera en la cual se enciende el nuevo cirio pascual. Del fuego de este cirio, que representa la luz de Cristo resucitado, se encendieron las velas de los asistentes a la ceremonia, como marca la tradición, iluminando la procesión del Papa hacia el interior del templo.
Al llegar al altar, el Santo Padre lo incensó mientras un diácono cantaba el Pregón Pascual, uno de los himnos más antiguos de la liturgia romana y que realiza un recorrido sintético por la historia de la salvación. Esta primera parte de la celebración se conoce como «lucernario». «La luz hace posible la vida. Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad. Y haciendo posible el acceso al conocimiento, hace posible la libertad y el progreso. El mal se esconde», señalaría después Benedicto XVI tomando como referencia la lectura del Génesis sobre la creación.
Y es que, la liturgia de la Vigilia Pascual incluye la narración de cuatro textos del Antiguo Testamento que recorren la historia de Dios con el pueblo judío, y cada lectura fue pronunciada en un idioma: francés, inglés, alemán y español, dotando de un carácter universal a la ceremonia.
Durante su homilía, el Santo Padre explicó cómo la creación está unida a Dios a través del séptimo día, cuando todas las cosas están llamadas a mirar al Señor. La Pascua, con la Resurrección de Cristo, es el día de una nueva creación, «pero precisamente por ello la Iglesia comienza la liturgia con la antigua creación, para que aprendamos a comprender la nueva». «En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir :‘‘Que se haga la luz'', y existió la luz. Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio», enseñaba el Papa, que añadía que «con la Resurrección de Jesús la luz misma vuelve a ser creada. Nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la Resurrección y vence toda forma de oscuridad».
Batalla contra la oscuridad
Pero la batalla contra la oscuridad no es fácil, según el sucesor de Pedro, que advertía del peligro que encierra para el hombre creer que, gracias a su conocimiento de las cosas materiales, ya lo sabe todo: «La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre porque sí, éste puede ver y examinar las cosas tangibles y materiales, pero no a dónde va el mundo y de dónde procede». Benedicto XVI ponía como ejemplo el progreso material frente al progreso moral: «Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es ésta una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales sabemos y podemos mucho, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. Por eso la fe es la verdadera iluminación, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo». El Papa pidió al Señor que los fieles se convirtieran en portadores de la luz para que, «a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo entre en el mundo». En la tercera parte de la liturgia, conocida como «baustismal», el Vicario de Cristo bautizó a ocho adultos.
Con más de 30 cardenales acompañando al Papa en la celebración de la Vigilia Pascual, el Santo Padre consagró no sólo las formas necesarias para que comulgasen los fieles, sino también las que llenarían de nuevo el sagrario, puesto que durante el Viernes Santo se consumieron todas para dejar sin la presencia eucarística al templo. De esta manera la Iglesia conmemora la muerte de Cristo y no permite que se consagre hasta su Resurrección.
Al concluir la ceremonia el Santo Padre recitó el Regina Caeli, la oración que se reza durante todo el tiempo pascual hasta pentecostés. Esta plegaria invita a la Virgen María a alegrarse porque la promesa de Dios con los hombres se ha cumplido a través de la Resurrección de su Hijo.
El detalle
BAUTISMO A OCHO ADULTOS
Ocho adultos han recibido los sacramentos de bautismo, confirmación y comunión de manos del Papa durante la Vigilia Pascual. Estos nuevos cristianos, cinco mujeres y tres hombres, proceden de Italia, Albania, Eslovaquia, Alemania, Turkmenistán, Camerún y Estados Unidos. Todos los años el Papa imparte los sacramentos de iniciación cristiana durante la Vigilia de Resurrección.
«El trabajo de la Iglesia es como el de las abejas»
El cirio pascual es una gran vela hecha con cera de abejas y que, según explicó anoche Benedicto XVI, se convierte en viva imagen de Cristo y su entrega: «La luz de la vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma. Así, representa de manera maravillosa el misterio pascual de Cristo, que se entrega a sí mismo y de esta manera da luz». Pero no sólo Cristo se ve representado en el cirio pascual, sino que la propia cera de las abejas puede ser imagen de la Iglesia: la cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar el mundo».
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