Museo Reina Sofía

Un Tàpies por 700000 euros

Es uno de los nombres de esta cita artística en la que este año participarán 215 galerías nacionales y extranjeras. Los grandes artistas sirven de reclamo a una feria a la que todos llegan con mucho ánimo y lo mejor de cada casa

Un Tàpies por 700000 euros
Un Tàpies por 700000 euroslarazon

Dicen los galeristas que Arco es capaz de crear un microclima. Alguno lo denomina oasis, un vergel, siempre que cierren las puertas laterales. Por lo menos, el aire dentro se calma. La misma tranquilidad que se respira cuando se mira una obra de Tàpies, el maestro que acaba de morir hace poco más de una semana. Cuelga en Lelong, donde luce en una de sus paredes «Principiel» (1989), valorado en 700.000 euros. No es la única. En la galería de su hijo se expone una de las últimas telas, «Mans i fletxa», (2011) de 271.000. La obra gráfica de Tàpies suma menos ceros: en Polígrafa venden un aguafuerte «Roig i negre», de 3.000 a 15.000.
Hay quien a las cinco de la tarde ha hecho sus deberes, como Juana de Aizpuru. «Es que somos muy trabajadoras», comenta. Ella, en esa novedosa propuesta de Carlos Urroz, el director de la feria, de apostar por un artista, ha echado el resto con Carmela García con una fotografía de corte clásico titulada «Las costureras», aunque presume también de «La barricada», que ha montado Sánchez Castillo en bronce. Luce un abrigo de colorines y el pelo, santo y seña, rojo fuego. Una escultura-fuente con forma de botijo alicatado de Federico Guzmán, que reivindica lo español y que aloja la malagueña JM, nos invita a lanzar una pregunta: ¿sabe España vender a sus artistas en el extranjero? Todas las galerías respondieron al unísono: no, sin fisuras. Carles Taché hace que no redondee el porcentaje. «Esta obra da muestra de cierta identidad y de lo español. Nos sentimos orgullosos de tenerla aquí. Es nuestra apuesta y no tiene nada de provocación. Posee una frescura que deberíamos saber exportar», asegura. Oliva Arauna cruza el pasillo. «Tengo muchas esperanzas; de hecho, hemos empezado la temporada mejor que el año pasado. ¿Que por qué no llegan a despegar internacionalmente nuestros artistas? Cada vez que un comisario español se encarga de una exposición acaba por recurrir a artistas extranjeros. Los españoles tienen muchas ínfulas, creen que lo debemos dar todo,y el de fuera, por el contrario, se lanza a la piscina sin agua». Y añade una idea: «Dejemos de hablar y pongamos en práctica la teoría que tan bien nos sabemos», dice. La perla de su galería es Adriana Molder: «Ha sido la última en llegar y si estamos hablando de promoción no voy a elegir a un consagrado», criterio similar al elegido por Carles Taché con Javier Sierra. El artista se adueña del espacio con «Carroña», una pieza en cristal de Murano rojo sangre. Brillante. Soledad Lorenzo apoya la idea de que no sabemos vender, «y eso que no creo que seamos malos profesionales. Hay una parte de nuestra manera de ser que nos ha aislado. Tenemos en contra la geografía y la historia». ¿Se respira buen ambiente? «Sí, creo que es una feria que cae bien», asegura.

Sueños en cajas de madera
En ADN, de Barcelona, están contentos. Los curiosos se arremolinan ante la escultura de Franco, aunque no es la única que llama la atención. Impacta la instalación de Adrián Melis, que guarda los sueños de trabajadores cubanos en cajitas. «Hay un interés por los jóvenes, aunque hace falta algo más», aseguran desde la galería. Juana de Aizpuru es consciente de que «sí, es necesario hacer más. No es que no sepamos, es que resulta complicado. Llevamos años de retraso artísticamente hablando y eso nos ha pasado factura. Somos pocas las galerías que nos movemos fuera y con peso. Además, el coleccionismo español, que es débil, tampoco ayuda», declara, y confiesa que si tuviéramos aquí a un Saatchi, un Cisneros o un Abarmovic, otro gallo nos cantaría. «Hemos de tirar todos del carro» es una idea en la boca de todos los galeristas. Juana dice que «hay que buscar el mercado internacional para que nos mantenga», mientras Guillermo de Osma se inclina por que «se mojen más las instituciones y los museos. Es una asignatura pendientísima. Nunca se ha puesto en marcha una iniciativa conjunta y seria, y no quiero decir con esto que la debe liderar un ministerio. El asunto engloba a todo el amplio conjunto del tejido del arte», y remata: «En los últimos años hemos ido a peor». Leandro Navarro lo ve de otra manera: su galería representa a la vanguardia histórica, pero comparte la opinión: «España está relegada. Tiene que pasar un tiempo para que un artista se consolide». Y muestra un Baltasar Lobo, piezas de Manolo Rivera y a Gargallo, Picasso y Dalí. Idoia, de Nieves Fernández, ha llegado con las pilas cargadas: «Tenemos esperanza y ganas», comenta. Pero lamenta: «No sabemos vendernos. Y eso que tenemos unos artistas potentes». Y coincide con De Osma en que las instituciones deberían dar un empujón. «El Reina Sofía podría hacer más...», deja escapar.


Lo que no hay que perderse en la feria
El más caro
Lo expone Marlborough. Es de 1982 y si tiene 11,45 millones de euros se lo puede comprar. Vuelve a ser uno de los reclamos, si no el reclamo. Pero ojo con un Manolo Valdés que tiene enfrente. Éste, por 450.000.
Sabor español
Todo de pura sangre y pura cepa. Aluminio teñido de negro y con neones por debajo en amarillo y rosa que se encienden y apagan. La firma el francés Bruno Peinado, uno de los jóvenes por los que apuesta la galería barcelonesa ADN.
La más polémica
La galería ADN, frente a la berlinesa DNA (qué curioso baile de iniciales), no deja de recibir visitas. La culpa es de la escultura de Franco que firma Eugenio Merino, habitual de grandes titulares. Hay otras piezas que tampoco pasan desapercibidas, como una esfera inmensa que utiliza bases de vinilo troqueladas con diferentes formas.