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Cortejo a la clase media por César Vidal

La Razón
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Todo estaba preparado para el gran día. El lugar: la Universidad de Denver. A las nueve de la noche empezó el primer gran debate presidencial. El tiempo estaba dividido en seis segmentos de 15 minutos cada uno. Ningún candidato realizó un discurso preliminar, pero a la conclusión se les permitió que durante dos minutos se dirigiesen al público. Centrados en la política interna, los seis segmentos estaban relacionados con temas concretos. Los tres primeros se dedicaron a la economía; el cuarto, a la sanidad; el quinto, al papel del Gobierno a la hora de enfrentarse con los problemas nacionales y el sexto, a la misma noción de gobierno, una cuestión que puede parecer un tanto filosófica, pero que tiene mucho que ver con las recetas que cada uno piensa aplicar de cara a la crisis. De entrada hay que señalar que ninguno desarrolló un discurso de izquierdas o siquiera tímidamente socialdemócrata. Toda la campaña ha transcurrido en un cortejo a la clase media y en una defensa de los empleos creados por las pymes. Sin embargo, los matices de ese mensaje de derechas fueron distintos. A decir verdad, los puntos centrales de Obama y Romney resultaron previsibles. Mientras que el aspirante insistió en que no podemos permitirnos cuatro años más de Obama, evocando el último patinazo de Biden afirmando que la clase media se ha visto «enterrada»; el presidente subrayó los logros conseguidos y pidió a los ciudadanos que le prorroguen el tiempo en la Casa Blanca para poder concluir un camino que, en su opinión, da muestras de éxito. Al respecto, Obama mencionó los 4,5 millones de empleos creados por la empresa privada, la eliminación de empleos en el sector público o el saneamiento de bancos y empresas que ya han devuelto en no escasa medida el dinero al Estado. La propia distribución del debate podía tener como consecuencia una victoria moderada de Obama. Romney señaló una situación económica con la que se encuentran muy descontentos los americanos y ganó puntos que podrían ser igualados por Obama al referirse a la sanidad, al papel del Gobierno y a la necesidad de un Gobierno que se implique en la crisis. Mientras que Romney apeló a la perentoriedad de salir de esta situación y a la fuerza del pueblo americano, Obama subrayó que los que más han logrado del sistema no pueden cerrar la puerta en las narices a aquellos a los que no les ha ido igual de bien. En otras palabras, mientras que Romney es el candidato de los grandes, Obama es el de la clase media y los menos favorecidos. Buena receta para ganar las elecciones.