Valencia

Más cadáveres que salvan vidas

El número de donaciones a la ciencia se multiplica en Madrid. Una mayor concienciación y la crisis, los motivos. Sólo la Complutense acumula una «lista de espera» de 3.000 donantes para prácticas de Anatomía

Más cadáveres que salvan vidas
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MADRID- Lo primero que se encuentran cada año los alumnos de Medicina de la Complutense en el camino hacia su estreno en las prácticas de disección es una pequeña reproducción de la célebre «Lección de Anatomía» de Rembrandt colgada en la pared. Pocas semanas después, ellos mismos tendrán que hacer lo que los protagonistas de la pintura: aprender los entresijos del cuerpo humano a través de la manipulación de un cadáver. Unas prácticas fundamentales en su futuro como profesionales sanitarios, que pueden hacer gracias al altruismo de aquellos que deciden donar su cuerpo a la ciencia y a la investigación tras su muerte.

La existencia entre los madrileños de una mayor conciencia al respecto ha permitido que, además de la Complutense, los departamentos de Anatomía de la Universidad de Alcalá, la Rey Juan Carlos, la Autónoma o la Europea dispongan de cada vez más cuerpos sobre los que formar a los médicos del futuro: «La gente empieza a entender que si donas un cadáver, si un alumno de Medicina aprende mejor o si un cirujano puede probar una técnica, se está ayudando. Igual no lo ves tan directo como en el caso de un trasplante de órgano, pero a la larga estás salvando vidas», afirma Fermín Viejo, profesor de la UCM y miembro de la Secretaría Técnica de la Sociedad Anatómica Española.

Viejo también reconoce que la crisis ha podido ayudar en determinadas situaciones a que las familias hayan optado por donar el cadáver a la ciencia, sobre todo en el caso de personas extranjeras y de avanzada edad que viven en zonas turísticas de España, como Málaga, Valencia o Baleares, y que prefieren ahorrarles a sus hijos el costoso trámite de repatriar sus restos a Inglaterra o Alemania.

En manos de la familia
El proceso para convertirse en donante es relativamente sencillo. Uno debe ponerse en contacto con el departamento de Anatomía de alguna de estas facultades y rellenar unos impresos de donación. Esta documentación deberá ir avalada por la firma de dos testigos. Tras este trámite, la futura contribución a la ciencia queda en manos de la voluntad de la familia del donante: «Si ellos no nos avisan de que ha muerto, nosotros no vamos a ir a reclamar el cuerpo. Sería absurdo», subraya el profesor Viejo. En el caso de que los allegados sí cumplan esta voluntad de donar el cuerpo de su familiar a la investigación, la universidad debe actuar con la máxima rapidez, en las siguientes horas, para detener el proceso de putrefacción del cuerpo. Ello implica que no existirá la posibilidad de un velatorio al uso y que, a partir de ese momento, se interrumpe la relación entre la universidad y la familia del donante.

En ese instante, se le sustituye al cuerpo la sangre del torrente circulatorio por líquido embalsamador y comienza así su «vida útil» como material de estudio. A partir de ahí, el tiempo total para poder realizar investigaciones y prácticas sobre él es variable: «Ya los egipcios sabían que embalsamando bien, los cuerpos duraban 4.000 años o más. Por tiempo no va a ser. Simplemente se acaban deteriorando por el uso».

Inglaterra como ejemplo
El incremento en la donación de cuerpos ha hecho que la Complutense y el resto de centros universitarios de la región dejen de mirar a Inglaterra con envidia. No en vano, el departamento de Anatomía y Embriología Humana I de la UCM dispone de una lista de 3.000 donantes potenciales, además de un total de 60 cadáveres en sus depósitos, lo que implica que, en la actualidad, cada diez alumnos de Medicina podrán, durante la carrera, hacer prácticas con un cuerpo. Una mejora que nos acerca a los países más avanzados de Europa en este ámbito y que, con el tiempo, según estiman los expertos, servirá para reducir progresivamente la brecha que, por un lado, sitúa a nuestro país como líder mundial en trasplante de órganos y, por otro, como uno de los rezagados en lo que se refiere a la donación de cuerpos a la ciencia.