Vitoria
Zapatero se atrinchera en las primarias y Rubalcaba amaga con abandonar
No había encajado aún el golpe de la debacle, cuando los cuchillos empezaron a rozarle la espalda. Es lo que tienen las derrotas en política, que sacan lo peor de las organizaciones, afloran las luchas por el poder y destruyen los liderazgos con idéntica velocidad a la que los crearon. Zapatero había saboreado hasta ahora las mieles del éxito, pero nunca las hieles de los fracasos.
Pero si algo ha demostrado en su trayectoria política, es que resiste las embestidas y es capaz de resurgir de sus propias cenizas cuando menos se le espera. Nunca hubo secretario provincial en el PSOE más que en León que aguantase en la poltrona orgánica derrota electoral tras derrota. Ése fue Zapatero. Y de eso pocos se acuerdan. El presidente se rebeló ayer contra quienes en su propio partido –Patxi López fue el abanderado, pero la corriente es mayoritaria– claman por un congreso extraordinario para despojarle de la secretaría general, renovar el proyecto político y dar paso a una nueva dirección. No tiene la menor intención de soltar las riendas y ayer llamó al lendakari para comunicárselo. Después, el PSE desafiaba al presidente con un comunicado en el que reafirmaba la petición de un congreso. Zapatero cree que lo «más saludable» para salvar el trance del batacazo del 22-M son las primarias. Lo dijo en los pasillos del Congreso, después de reunirse con Chaves, Blanco, Bono y Rubalcaba. Quiere demostrar que es y sigue siendo el secretario general del PSOE y que ejercerá todas sus capacidades.
Andalucía se une a Zapatero
Sus más cercanos cuentan que el presidente no conoció de antemano la declaración pública de López y que le molestó profundamente que la hiciera fuera de los órganos del partido. Otras versiones apuntan que Rubalcaba le informó de la senda que el secretario general del PSE iba a marcar públicamente, y que él no hizo nada por evitarlo. Quizá no supo ver que tras las palabras de López había una revuelta de mayor calado y en la que estaban la mayoría de los barones. Aunque muchos de ellos han perdido el poder en sus autonomías tienen ganas de ajustar cuentas con quien creen responsable de la mayor hecatombe de la historia del PSOE.
Y no sólo eso: en el ánimo de quienes piden un congreso está sobre todo la idea de frenar una convocatoria de primarias que abra en canal el socialismo, pero también que el candidato de 2012 tenga la fuerza y el poder orgánico necesario para afrontar la travesía del desierto por la que ahora pasa el PSOE.
Calmar los ánimos se antoja, pues, difícil. Pero quienes como los partidarios de Chacón acusan a Blanco y Rubalcaba de estar detrás de la rebelión, desde la dirección federal quieren que se sepa que fue Blanco en su calidad de vicesecretario general quien telefoneó el martes hasta a 13 barones que iban a salir a secundar la propuesta de López de ir a un congreso para frenar la escalada. Sólo Andalucía salió ayer en auxilio de Zapatero. Ahora las posturas están tan enconadas que, pese a los intentos del presidente de cortar de raíz el debate, el horizonte que se dibuja no parece de calma. De ahí que el secretario general y el vicesecretario hayan convocado para la tarde del viernes un cónclave en Ferraz con todos los barones. La cita no tiene otro objetivo más que trasladarles que no tiene intención de promover su sustitución en el partido y que llevará al Comité Federal una propuesta de primarias.
El presidente cree que aún puede convencerles, sin embargo el sábado puede encontrarse ante un escenario en el que el máximo órgano entre partidos tumbe su oferta, ya que el Comité Federal, según el reglamento de primarias, puede impedir las elecciones para elegir candidatos en aquellos sitios donde se gobierna. Ya se habla de un auténtico «golpe de Estado» que obligue al secretario general a renunciar. Y es que la oposición abanderada por López trasciende además a los secretarios generales, pues como contábamos ayer en estas páginas, son muchos los referentes del nuevo y el viejo PSOE que están por abortar las primarias. Todos forman parte de ese Comité Federal que tendrá que votar el sábado.
Así las cosas, los escenarios que se dibujan son fundamentalmente tres.
Uno, que Zapatero convenza a Carme Chacón para que no mida su fuerza con Rubalcaba en unas primarias, esto es, que se convoquen las elecciones internas y que sólo haya un candidato. Dos, que el presidente lleve la convocatoria al cónclave federal y que se la tumben, lo que le obligaría a presentar su renuncia y a convocar un congreso extraordinario para elegir nuevo secretario general y nueva dirección. Y tres, que de la cita con los barones de mañana en Ferraz salga un acuerdo para celebrar primarias e inmediatamente después celebrar un congreso. Una cosa y otra, se empieza a escuchar, no son incompatibles, lo que urge es que se resuelvan cuanto antes discrepancias internas, porque a la desafección de los votantes se puede sumar el rechazo a una organización inmersa en la guerra interna.
...y Rubalcaba amaga con abandonar
Quienes sigan los pasos del PSOE se preguntarán qué pasó entre el lunes y el martes para que el escenario virara de una reunión de la Ejecutiva Federal en la que se dio carta blanca a Zapatero para presentar el calendario de primarias a una auténtica rebelión para pedir un congreso extraordinario. Cuentan que de las intervenciones que se sucedieron en la cita de la dirección federal se visualizaron dos bloques. De un lado, los que cuestionaron la gestión del Gobierno, apelaron a una revisión del proyecto ideológico, enmendaron el trabajo del Comité Electoral y pidieron tiempo para la reflexión (es decir, un aplazamiento de las primarias). De otro, quienes hicieron piña con las decisiones del Ejecutivo ante la crisis, apostaron por evitar la división interna y acelerar el proceso de primarias para elegir candidato.
El primer frente lo abanderó Chacón, quien no sólo renegó de los recortes del Gobierno sino que lamentó también la estrategia de la campaña electoral y que la información sobre decisiones políticas de calado sólo la manejase un reducido grupo de la dirección federal. Su exposición sonó tan contundente y crítica que hasta Zapatero tuvo que salir a asumir en primera persona la estrategia electoral. A Chacón le siguieron José Andrés Torres Mora y Álvaro Cuesta. En el otro lado, en la de la defensa de la gestión del Gobierno, estuvieron Blanco, Pérez Rubalcaba y Valenciano, entre otros. Todos acordaron que Zapatero estudiará con el secretario de Organización un calendario que sería presentado ante el comité del próximo sábado. Rodolfo Ares, consejero de Interior vasco y miembro de la Federal, trasladó a Patxi López al llegar a Vitoria que el asunto de las primarias, tanto en lo que respecta al calendario como a los candidatos, no terminaba de clarificarse en la medida que Chacón no terminaba de decidirse y se corría el riesgo de entrar en un debate de incierto final.
Fue entonces cuando el martes el lendakari, que ya antes del 22-M había apostado por un congreso y no por primarias, como solución al relevo de Zapatero decidió salir públicamente a apuntar la senda de un cónclave extraordinario. Chacón entendió que tras López estaba la mano negra de Rubalcaba y habló con Zapatero para quejarse de lo que ella cree un «complot» contra sus aspiraciones. Pero el malestar de Chacón no es en absoluto comparable con el de Rubalcaba, que ayer llegó a amagar con renunciar a candidatura alguna, harto de la etiqueta de «conspirador». Dicen que ya ha puesto condiciones para seguir adelante. Y que lo que no tolera en ningún caso es que se le tache de «desleal» con Zapatero. Su entorno remite a las actas de la Ejecutiva del lunes para demostrarlo. Blanco, Bono, Valenciano y otros pesos pesados tuvieron que frenar el arrebato de Rubalcaba, pero no descartan que abandone la «batalla». ¿Y en ese caso? «No habría otro, sería Bono», apunta un miembro de la dirección federal, seguro de que el PSOE nunca aceptará a Chacón.
En el entorno de Rubalcaba braman contra lo que llaman «el juego de la niña» y su «margarita». Tanto es así que decían sin reparo que la ministra quiere someter al socialismo «a un casting y no a unas internas» y que se mida donde se mida y con quien se mida «perderá», ya que «el PSOE quiere política y no una productora como ella ofrece». Lo cierto es que cada vez son menos las posibilidades de la catalana y más la munición que el PSOE está dispuesto a lanzar contra ella. La primera bala, ya disparada por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, «es que el PSC quiere hacerse con el PSOE», mensaje que prende como la pólvora por todas las federaciones. Pero hay más…
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