España

Socialismo difícil

La Razón
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La malquerencia afecta al progresismo. Estalla una crisis económica, atribuida a la libertad y sus instituciones, como la propiedad privada y el mercado. Los gobiernos intervienen para garantizar nuestra prosperidad. Y acto seguido los ciudadanos hacen caso omiso de las prédicas antiliberales, y votan en contra de los gobiernos que aumentan el gasto público y los impuestos. La corrección política, incapaz de apreciar a mujeres y hombres libres, y temerosa de confesar que los abomina y sólo los quiere obedientes, busca enemigos convenientemente malvados: «Somos súbditos de los mercados», «el poder económico manda sobre la democracia», y demás falsedades evidentes, porque nadie es más rico y poderoso que los estados. Nadie en España controla directamente el 50 % del PIB como hacen las autoridades. Otra estrategia es reclamar imprescindibilidad sobre la base de la virtud de la coacción: «Defendamos nuestro sistema de pensiones», como si fuera nuestro y como si fueran pensiones. Finalmente, otro ardid es la alarma ante los sucesores: si se van estos políticos vendrán los extremos, antisociales, crispadores, que no creen en la democracia, etc., como si los ciudadanos no dieran muestras de desdén hacia otros estados y otros políticos. ¿Qué salida tienen los socialistas? Como siempre, fabular y reinventarse, pero sin salirse del guión, a saber, que lo correcto es quitarnos nuestra libertad y nuestro dinero, por nuestro bien.