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Putin vuelve al Kremlin

El primer ministro se impone en la primera vuelta y gobernará Rusia hasta 2018. La oposición denuncia fraudes e irregularidades

Putin vuelve al Kremlin
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Si los corazones que portaban los manifestantes a favor del líder de Rusia Unida rezaban «Putin ama a todos», la jornada de ayer confirmó que el amor es recíproco: todos (o casi todos) también aman a Putin. Escrutado el 99,3 % de los votos, se confirma que Vladimir Putin ganó con una amplia mayoría absoluta, el 63,75%. Por primera vez en la historia, ocupará el sillón presidencial por seis años gracias a que, en noviembre de 2008, su propio Gobierno aprobó la enmienda constitucional que incrementa en dos años el mandato presidencial. Pero, ¿completará su mandato? ¿Aspira a continuar al frente hasta 2024?

Por el momento, los resultados confirman que ninguno de los otros candidatos puede hacerle frente. Guennadi Ziuganov sólo ha conseguido convencer con sus doctrinas marxistas-leninistas a un 17,19% del electorado. El líder del Partido Comunista, que ha participado en todas las elecciones presidenciales de Rusia, ha mantenido intacta su costumbre de quedarse en segundo lugar. La plata que, irónicamente, suele ser más amarga que el bronce también parece haberlo sido en este caso: Mijail Projorov incrementó en más de tres puntos el resultado que le otorgaban los sondeos y obtuvo un 7,82%.

Vladimir Zhirinovski no ha conseguido asustar al electorado con su amenaza de una III Guerra Mundial o, si lo ha hecho, el pueblo ruso ha considerado que el ex miembro del KGB sería un mejor estratega en el combate: sólo ha conseguido un 6,65% de los votos. A la retaguardia de sus contrincantes (inclusive yendo a votar) ha quedado Serguei Mironov. El más generoso (sus promesas electorales fueron valoradas en 124,5 trillones de rublos) ha conseguido un 3,85% y aun así, quizá sea hoy el más contento, pues algunos medios han asegurado que su partido no era más que una creación del Gobierno para simular una mayor diversidad.

Los comicios trasncurrieron con normalidad dada la complejidad de organizar votaciones en un territorio que ocupa más de 17.000 millones de kilómetros y tiene nueve husos horarios diferentes. Los ciudadanos respondieron con una participación elevada, llegando hasta el 58,6%.

La Comisión Electoral Central informó que «las elecciones se celebraron sin incidentes destacables», pero contabilizaron 86 denuncias oficiales. Sin embargo, algunos candidatos como Projorov estimaron que se han producido más de 8.000 irregularidades y que las harán llegar.

Después de las múltiples manifestaciones ocurridas durante el último mes solicitando la celebración de unas elecciones limpias y justas, el Gobierno de Medvedev aceptó que se tomaran medidas a la altura de los tiempos que corren. La Comisión hizo uso de las tecnologías más modernas y los internautas de todo el mundo pudieron asistir a las elecciones desde su casa, como si de Gran Hermano se tratase. Más de 180.000 cámaras web fueron instaladas en los colegios electorales a lo largo de la Federación. De hecho, gracias a estas cámaras, las votaciones del colegio electoral 1.402 de Daguestán serán anuladas porque se detectó introducción fraudulenta de papeletas.

Más de 600 observadores
Adicionalmente, más de 600 observadores internacionales se trasladaron al país. Pedro Mouriño, empresario compostelano, es uno de los muchos observadores independientes que, por unos días, cambió la panorámica de la catedral de Santiago por la de San Basilio. En su opinión, «las elecciones se han llevado a cabo de forma transparente y en ningún caso se han detectado indicios de fraude». Sin embargo, la población de las áreas metropolitanas no lo tiene tan claro. «Las elecciones no son limpias», aseguraba una votante. Mouriño, que visitó cinco colegios electorales a 600 kilómetros al este de Moscú, comentó a LA RAZÓN que «lo que se ve en los medios es el reflejo de las ciudades grandes; según se avanza hacia el interior del país las cosas son diferentes». Lo que es cierto es que parte del problema para desbancar a Putin reside en la falta de alternativas políticas pues, si las elecciones fueron transparentes, ninguno de los otros candidatos consiguió convencer a nadie. Rusia encontraría mejores alternativas si la ley que regula la formación de partidos políticos fuese más flexible, pero esto es complicado mientras los que gobiernen, como es normal, pretendan seguir gobernando. Por ahora, la política internacional de Rusia se mantendrá en su línea a la espera de cómo se comporte la población hoy: si se repiten las manifestaciones en Moscú y San Petersburgo, el Kremlin tendrá que aflojar sus hilos para dejar que el poder no se estanque en los políticos o los oligarcas, sino que fluya, de una vez por todas, hacia el pueblo. Como en democracia.


«Los jóvenes no aguantan la corrupción»
Aunque las urnas debían ser transparentes, uno de los observadores en la Embajada rusa en Madrid indicó a este periódico que la de allí no lo era y que tampoco le dejaron entrar a las 7:30, media hora antes de abrirse el centro de votación. Eso sí, después comprobó que la urna estaba vacía. Pese a que estaban llamados a votar unos 40.000 rusos en España, sólo se esperaba una participación de 4.000 personas. «No he votado por Putin, pero las opciones tampoco convencen», explica Ana, casada con un español. «Aunque gane Putin, mi país está cambiando: los jóvenes ya no han vivido el comunismo y no aguantan la flagrante corrupción». Para Stanislav, Putin levantó al país económicamente, por lo que ha votado por él: «Nos dio un mejor nivel de vida. Eso es lo que importa». E. S. Sieteiglesias