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El iPad hombre o mujer
La mayoría de los usuarios del «niño mimado» de Steve Jobs son hombres, aunque aún está por ver si este «gadget» quiere más a papá o a mamá
Sugieren los conductistas que el ambiente hace al niño, lo moldea a su antojo sin que éste pueda decir ni «mu». El conductismo tiene mala prensa en las sociedades «libres», donde nos gusta pensar que la sartén tiene un mango y en el mango sólo cabe una mano, la nuestra. Sin embargo, viene al pelo para hablar del iPad. La tableta de Apple es un neonato –apenas cuenta dos años–, un querubín seráfico y ambiguo que aún no ha decidido si quiere más a mamá o a papá. Steve Jobs lo parió asexuado y no le dijo «tú serás ésto y aquéllo». Tanto es así, que aún estamos debatiendo cómo llamarlo, aunque en ese apartado la cosa parece clara.
El iPad debe ser «la iPad», al igual que el tranvía tuvo que ser «la tranvía». Así lo defendió el ínclito Salustiano Olózaga, político y académico, en la inauguración de la línea Sol-Serrano, año de 1871. Nadie le hizo caso. El tranvía tuvo que ser «la tranvía» porque «vía» era femenino y el iPad debe ser «la iPad» porque su correlato castellano, la tableta, cursa en femenino. Pero, ni lo uno ni lo otro.
La propia RAE, que en cuestión de neologismos actúa por la vía de hechos consumados, admite la preferencia masculina: «Yo si tuviera que decirlo me decantaría por ‘el iPad', porque, aunque la tableta es femenino, al comenzar la pronunciación inglesa por ‘a', el artículo debería ser ‘el'. Es el mismo caso que ‘agua', que se usa con artículo masculino aunque es un sustantivo femenino (así, decimos ‘agua limpia')», explica el lexicógrafo y académico Pedro Álvarez de Miranda. «Parece que triunfará el uso masculino, aunque si la RAE lo incluyera en el diccionario en un futuro podría catalogarlo de ‘ambiguo', que también existe como género», añade.
¿Cuestión de carcasa?
Pese a que don Pedro nos lo deja claro –«el género gramatical nada tiene que ver con el concepto de sexo y el uso que éstos hagan de los objetos sustantivos»–, una cosa salta a la vista: la tecnología tiende al masculino: el iPhone, el móvil, el smartphone, el fax, el iPod, el ordenador, el dvd, el videojuego... Y no es sólo una cuestión de lenguaje.
Cuando hizo su aparición en el ámbito doméstico esta nube de «gadgets» que ya amenza tormenta, el padre de familia vio el cielo abierto y el ama de casa asimiló esta variedad de aparatos poco menos que al apartado de fontanería, exclusiva del esposo. Las facultades de informática, tan en boga hacia finales de los 90, se llenaron de hombres y muchos padres viven desde entonces una segunda juventud en brazos de la tecnología. Se acabaron la corbata y el reloj por Reyes.
Efectivamente, al iPad empieza a apuntarle el bozo. El 62,4% de los usuarios son hombres. La diferencia sexual en el uso de la «tablet» no es abismal, pero sí indicativa. Con todo, este retoño hermafrodita y maleable no quita la cara a mamá. Ella lo viste de rosa o floreado –que carcasas ingeniosas no faltan en los chinos– y lo aleja de la rutina ofimática y las webs deportivas que prefieren ellos. Con mamá se hace sociable, no en balde es la mujer la gran «power user» de las redes sociales, según las estadísticas.
Puede ser que el iPad no tega sexo, pero novios/as no le faltan: hasta tres millones le han salido en apenas tres días a la tercera generación del dichoso cacharro. Políticos y ejecutivos (por poner) ya no se hallan sin uno bajo el brazo.
A FAVOR
Cuestión de sexo
por Blanca Basiano
El sexo del iPad se lo pone quien lo lleve. Sólo hay que fijarse un poco para saber si estamos delante de un iPad o una iPad. El de ellos, salvo excepciones, siempre va de negro. Pocos se atreven con los accesorios. Y si los tienen son de lo más recatados. Pero nuestra tableta... La nuestra, sin duda, es una niña bien vestida y peinada. Que si fundas y estuches de colores, que si ahora me compro un teclado o un puntero lápiz fucsia. La iPad se convierte en un complemento que hay que saber combinar con gracia. Y aunque los estudios digan que la tableta la usan más los hombres, nosotras les vamos ganando terreno. ¿Y en los/las smartphones? Ahí también ponemos nuestro toque femenino con carcasas de brillantes y pelo de cebra. Para las ortopédicas, estilo «Robocop», ya están ellos.
EN CONTRA
Nos toca morder
por Alfonso Merlos
¿No habíamos lamentado solidariamente la injusta carga que soportaba la mujer por haber caído en la primera tentación, por aquel mordisco que nos cerró la puerta al paraíso? Ahora nos toca morder la manzana. A nosotros. Al menos en igualdad de condiciones. ¡Y bendita manzana! El iPad tiene mucho de femenino por su sofisticación y por su elegancia, pero también su lado masculino: deja al descubierto nuestra especial dependencia, nos hace ver fácil lo difícil hasta emocionarnos, disimula nuestro lado más torpe... y, por fin, ahora a los adanes del siglo XXI nos hace posible satisfacer la curiosidad por las cosas prohibidas o, como mínimo, misteriosas. ¿O acaso la caída en la tentación toca en exclusiva a las mujeres? Dejadnos, chicas, presumir de tableta. Please.
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