Eduardo Gallego
Como hacerse 20000 radiografías en una hora
Japón se despertó ayer con la explosión del reactor 2 de Fukushima, que liberó ocho veces más radiación que el máximo permitido. La pesadilla sólo acababa de comenzar. A las 10:22 (hora local), la piscina de combustible gastado del reactor 4 sufrió una explosión y emitió 400 milisievert/hora (mSv) al lado de la unidad, aunque luego el nivel bajó a 0,49 mSv/h, según el Foro Nuclear
En cualquier caso, Japón llegó a superar en 400 veces el límite de radiación anual legal. El equivalente a hacerse 20.000 radiografías en una hora. La buena noticia es que no había nadie en el lugar. Ahora bien, los radioisótopos no se quedan in situ, sino que viajan y pueden desencadenar graves trastornos en el organismo. «Aunque no se hubieran superado los límites considerados de seguridad, no hay dosis sin efecto al azar», aseguró ayer el doctor Eduardo Rodríguez Farré, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, dependiente del CSIC. «Para contrarrestar los efectos de inhalar yodo 131 –prosigue– se están dando pastillas a la población para saturar su tiroides y evitar que entre más cantidad. Sin embargo, con el cesio 137 y el estroncio 90 los efectos no dependen sólo de la exposición recibida». Rodríguez Farré explicó que «hay dosis agudas que te matan al mes. A los dos o tres días sufres vómitos, mareos, se cae la piel. Pero con dosis más bajas los daños pueden tardar años en manifestarse. A partir de cinco o 10 mSv/h tienen efectos a medio plazo, como un deterioro del sistema inmunológico, alteraciones hormonales y problemas reproductivos que pueden conllevar en el caso de las mujeres que todos los óvulos se queden alterados y que generen problemas de diversa índole en los fetos. Además, puede incrementar en 10 veces el riesgo de tener en un futuro cáncer de tiroides». Pero el nivel de daños en la población dependerá del azar. «Con «suerte», la radiación oxida la célula, se estresa y muere. Pero si no tienes «suerte» puede alterar un gen que cause células cancerosas. Ahí no hay relación directa de dosis y consecuencias. En cualquier caso, tendrán más riesgo de padecer cáncer, aun en dosis muy bajas». Y lo más grave de todo. «La situación podría ir a peor en tanto no se logre una refrigeración estable en los reactores», afirmó el ingeniero nuclear Eduardo Gallego. Como dice Farré, «estamos viviendo un Chernóbil en cámara lenta».
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