Barcelona
Zapatero admite el peso de la Iglesia sin desistir del laicismo
Desde que el Airbus 320 de Alitalia aterrizó en el aeropuerto de Santiago el sábado a las once de la mañana, el Papa pasó 32 horas en España. Los Reyes compartieron con el Pontífice más de cuatro horas, igual que el presidente de la Generalitat, José Montilla. El presidente del Gobierno, apenas media hora
Zapatero no estuvo en Santiago ni en la liturgia para dedicar la Sagrada Familia. Antes de que Benedicto XVI cogiera el avión de vuelta a casa, participó en la ceremonia pública de despedida en el aeropuerto de El Prat. En el hangar de Iberia, el presidente tuvo una «breve pero cordial» reunión a puerta cerrada con el Santo Padre y el cardenal Tarcisio Bertone.
Lo de a puerta cerrada es un decir, porque las 1.500 personas que también fueron a despedir al Papa, familias y jóvenes, sobre todo, no dejaron de gritar «se nota, se siente el Papa está presente». Zapatero obvió el toque de atención del Papa contra su política laicista. Se limitó a trasladar a Benedicto XVI que, en su «fluida» relación con El Vaticano, España actúa como un Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia, pero garantiza la libertad de todos.
Según un comunicado de La Moncloa, Zapatero charló con el Santo Padre sobre la situación económica y del «trascendental momento» para el orden económico internacional que supondrá la cumbre que el G-20 celebra en Seúl la semana que viene.
En un gesto conciliador, el Santo Padre agradeció la cálida acogida de España y el esfuerzo que el Gobierno. Zapatero le respondió que el Ejecutivo mantendrá su colaboración con El Vaticano para que la JMJ de Madrid, sea otro éxito. Detrás de Zapatero, los Reyes acompañaron al Papa hasta la escalera de acceso a su avión. Algunos ciudadanos corearon «Zapatero, reza con nosotros» desde las gradas del público cuando el Papa ya había subido al avión.
Tras la visita, el secretario general de CiU, Josep Lluis Duran Lleida, calificó de «excusa» la visita de Zapatero, a Afganistán para ver a las tropas y «evitar» así tener que recibir al Papa Benedicto XVI. «El presidente del Gobierno tenía que haber estado presente en la bienvenida de Santiago».
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